Todas las semanas nuestros lectores y lectoras podéis disfrutar de la nueva sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad
Dicen que el topónimo El Menjú (también pronunciado Mejú, Menjúo, Mejúo) debe su nombre al caudillo Ibn Hud (rebelado contra los almohades en el vecino Ricote en 1228). La primera aparición documental conocida parece estar en un texto del 12 de octubre de 1475, donde se cita como Benjud y Abujud. Luego, el topónimo Benjud evolucionaría a Menjú debido a dos fenómenos característicos de la fonética murciana como son la nasalización de la b en posición inicial (> m) y la desaparición de la d en posición final (> Ø).
La finca de El Menjú fue comprada a principios del siglo XX por el diplomático Juan Payá, quien creó una especie de jardín botánico con palmeras y plátanos de sombra, además de otras plantas exóticas. Decoró el jardín con un paseo adornado de columnas de mármol y estatuillas, así como un reloj de sol construido con azulejos en el suelo. Coronando la finca construyó en su parte alta una balsa con una estatua de la ninfa griega Aretusa.
En aquel nuevo siglo, en el mundo del arte estaban surgiendo las vanguardias y en la fotografía surgiría el movimiento que se conocería como fotografía directa. Hasta entonces, la fotografía no era considerada un arte como tal (por su carácter mecánico), sino más bien una herramienta al servicio de las artes.
En un primer intento de elevar la fotografía al estatus de arte surgió a finales del siglo XIX el movimiento conocido como pictorialismo. Los pictorialistas buscaban que sus imágenes no fueran solo un mero registro de la realidad, para lo cual utilizaban deliberadamente el desenfoque o efecto “floue” buscando un efecto similar a la pintura impresionista. Pero era en el revelado y el positivado donde se realizaban las mayores manipulaciones, usando técnicas como la impresión al carbón, el bromoleo y la goma bicromatada, conocidas como impresiones nobles y que buscaban un efecto que emulase al dibujo o a los grabados. Además, se convirtieron en verdaderos artistas del fotomontaje, realizando elaboradas composiciones a partir de varios negativos. Aunque pudiéramos pensar que el fotomontaje es una técnica relativamente moderna, surgió casi a la par que la propia fotografía, siendo el primer fotomontaje de la historia la obra de 1858 Los últimos instantes del fotógrafo Henry Peach Robinson.
Pero a principios del siglo XX el pictorialismo cayó en declive por los cambios sociales de la época y el auge de las vanguardias y, como suele suceder con cualquier corriente artística, pronto llegó su contracorriente, y en este caso fue la fotografía directa, donde las imágenes ya no se componían ni se planificaban ni tampoco se manipulaban posteriormente durante el revelado y el positivado. Comenzaron a predominar entonces la nitidez, la calidad de imagen y los tonos bien definidos.
Gracias a los avances tecnológicos el fotógrafo podía salir a la calle con cámaras de reducido tamaño y exposiciones cortas, captando la belleza de la realidad tal como es, sin necesidad de imitar a la pintura. No solo la forma de fotografiar había cambiado, sino también el tema: se buscaba la espontaneidad, lo natural, sin poses ni manipulaciones. Por fin, la fotografía había encontrado su propio lenguaje y empezó a considerarse como una expresión artística per se. Como principales precursores de la fotografía directa destacan Paul Strand y Alfred Stieglitz.
Y como dicen que una imagen (o una fotografía directa) vale más que 1.000 palabras, no voy a entrar en el tema de la triste realidad que todas y todos conocemos sobre el lamentable estado actual del Menjú, ya que la imagen habla por sí sola. Y venido al caso, me acordé de mi amigo poeta Pedro Piñera y le pedí que escribiera unos versos al respecto, a lo cual accedió con gusto y desde aquí se lo agradezco. Gracias camarada.
Pace e amore.
… La Decadencia, Aretusa, la Decadencia:
y el aroma de tu carne fluvial, cayéndose…
y tu jazz de la hierba, apagándose…
y el fresco perfil de tu manantial, decayendo:
La Decadencia, Aretusa, la Decadencia…
Pedro Piñera.