CARTA AL DIRECTOR
Melba Miñano Bleda
“El cuerpo de Cristo duerme entre plásticos”. Esta frase de la campaña de Cáritas me ha golpeado como un puñetazo en el pecho. Me ha llenado de orgullo ver que todavía hay quienes alzan la voz por los últimos, por los invisibles. Pero al mismo tiempo, me ha hundido en la tristeza. No por la campaña, sino por lo que revela: que en mi querida Cieza hemos retrocedido. Y mucho.
¿Cómo puede el Gobierno de Tomás Rubio seguir mirando hacia otro lado? ¿Cómo se puede ignorar que hay personas (trabajadores temporeros, seres humanos con nombre y rostro) durmiendo en la calle, entre plásticos, en condiciones infrahumanas y poniendo en riesgo sus vidas? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar esta insalubridad, esta indiferencia y esta vergüenza?
Quienes me conocéis sabéis que mi lucha no es por ideologías ni partidos; es por las personas. Siempre lo ha sido. Por evitar sufrimiento. Por hacer del servicio y la empatía mi forma de estar en el mundo. Y por eso me duele. Me duele profundamente ver cómo un proyecto social, construido con años de trabajo desde el tercer sector, ha sido fulminado de un día para otro por este Gobierno. Sin diálogo, sin respeto y sin conciencia.
Y entonces, en medio del silencio oficial, llega Cáritas. Con una imagen. Con una frase. Con un espejo que nos muestra lo que no queremos ver. Gracias por recordarnos que la solidaridad no es un lujo; es una obligación moral. Gracias por tocar nuestra conciencia y por no dejar que nos acostumbremos a ver cuerpos entre cartones y seguir durmiendo tranquilos.
Yo no pienso acostumbrarme. Seguiré alzando la voz. Seguiré luchando, desde donde esté, para que ningún ser humano tenga que vivir y morir en la calle mientras otros se esconden detrás de excusas políticas. Porque, aún dentro de mí (y dentro de muchos) hay algo bueno, fuerte y valiente. Y eso, por más que lo intenten, no lo van a destruir.