El cuaderno de articulillos sueltos de Antonio Balsalobre

Bienvenido, Antonio

Un buen día venimos al mundo. Sin que el mundo lo sepa. Luego crecemos, iniciando a cada paso la danza de la vida, siguiendo el camino que habían emprendido nuestros antepasados. ¿Para qué todo esto?, se pregunta en una canción Maxime Le Forestier. Yo también me lo he preguntado muchas veces y me lo pregunto si cabe con más fruición ahora que acaba de nacer mi nieto Antonio. Pero como sé que la respuesta está en el viento, vuelvo a pararme a escuchar con detenimiento su música y sus voces. Melodías y ecos callados que me gustaría que no cesaran de susurrar a sus oídos que es hermoso el camino que nace junto a “la fuente que mana y corre”. Un camino, Antonio, hecho de tiempo para vivir y soñar y creer y amar y hacer. Bienvenido.

Noticias cruzadas

A Marcel Rémy y Carlos Alcaraz los separa un espacio de tiempo considerable: 79 años. El suizo tiene 99 y el murciano 19. Pero comparten una gran fuerza de voluntad. El helvético, a punto de cumplir su centenario, escaló en un rocódromo una vía vertical de 16 metros de longitud y dificultad 4 c, algo que cualquier adolescente (ni siquiera el portentoso Alcaraz), si no tiene experiencia en escalada sería incapaz de hacer. El murciano, por su parte, considerado como el gran prodigio del tenis mundial sin haber cumplido aún la veintena, acaba de derrocar a Nadal y a Djokovic, dos figuras míticas de este deporte. Son noticias cruzadas que producen asombro. Extremos, el de Marcel y Carlos, que felizmente se tocan. Huelga decir que por ambos siento una gran admiración. Afortunadamente, el afán de superación no está reñido con la edad.

El juancarlismo por montera

Vino, vio y… la lio. La visita de cuatro días del rey emérito, que su hijo Felipe VI quería, por razones de estado, austera y discreta ha acabado convertida en un show mediático aplaudido por sus tifosis para desconcierto de indiferentes e indignación de adversarios. A decir verdad, y por lo visto en Sanxenxo, donde hay, siempre queda, y a este anciano coronado no acaba de abandonarle ese estigma machadiano que siempre ha arrastrado de “lechuzo y tarambana”. Una seña de identidad, por cierto, jaleada por una derecha mediática que se ha puesto, para agravio del actual jefe del estado, al juancarlismo decadente por montera, avivando, de paso, la división entre las fuerzas políticas en torno a la Monarquía. Quienes pensaran que el emérito iba a aprovechar para dar explicaciones sobre los hechos “muy graves” (económicos y fiscales) que pesan sobre él han pecado, cuando menos, de candor. Y que quede la cosa aquí. Para junio ha prometido segundas partes.

Buena película

“Patrón” es una palabra que se ha usado poco por estas tierras para designar al empresario. Por aquí siempre ha prevalecido el término “señorito”, “amo” o “jefe”. Los dos primeros como vestigios medievales en una sociedad del siglo XX estamental y atrasada. El tercero, algo más acorde con los tiempos. Fernando León de Aranoa acierta al recuperar, por su expresividad y redondez, ese vocablo en el título de su magnífica película El buen patrón. Un hábil oxímoron, un tanto provocador, que le sirve para atraparnos en una  historia, premiada con toda justicia en los Goyas, que tiene mucho de sátira lúcida, brillante y sin contemplaciones del empresariado español. Y que cuenta, por otra parte, con una de las interpretaciones más impresionante que se le recuerda a Javier Bardem. Buen cine, buena película.

 

 

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