Un libro, un periódico…
Viernes, 23 de abril
No es la primera vez que hablamos sobre la capacidad que tiene la letra impresa para inspirar nuestras vidas. Hagámoslo de nuevo esta semana en que se celebra el Día del Libro. Imaginémonos a dos personas cómodamente sentadas, cada una en su sillón, leyendo. Una cierta serenidad reina en la estancia. Ningún ruido, ningún alboroto vienen a alterar el profundo ensimismamiento de los lectores. La imagen no puede ser más sencilla y austera. La economía de medios no puede ser mayor: un hombre y un libro, una mujer y un periódico. Pero esta calma es solo aparente. En nada se corresponde con las turbulencias que agitan sus pensamientos. Cada capítulo del libro, cada noticia del periódico, los transportan a mundos reales o ficticios que se van construyendo a medida que van pasando las páginas. En el bar mientras desayunas, en la intimidad de tu sala de estar, en el vagón del tren que te lleva a alguna parte, ojalá que a ti también, lector, los garabatos de este artículo te estén haciendo, por un momento, soñar.
Balas sobre Moncloa
Domingo, 24 de abril
No temo a las balas, decía Julio Cortázar, sino a la velocidad a la que vienen. La celeridad con que silbaba la metralla israelí en torno a Sánchez le ha hecho mandar parar la balacera. Incluso ha estado a punto de llevarse por delante al gobierno de coalición. Tras el genocidio palestino, lo prometió el presidente: “no habrá ninguna compraventa de armas con Israel”. Surge ahora la duda de si, en un asunto tan espinoso -la compra por seis millones de euros de balas a una empresa israelí-, Marlaska obró por su cuenta. Si no es así, habrá que explicarlo. Y si lo es, pedirle alguna responsabilidad por haber metido al ejecutivo en este embrollo. Por cierto, que hoy se entierra en Roma, en olor de multitud, al papa que expresó sin tapujos su apoyo a la población de Gaza y acusó a Israel de exhibir una “crueldad” absoluta. Y por aquí no dejará de celebrarse, también entre multitudes, el despampanante y carnavalesco Entierro de la Sardina. La vida sigue. Veloz como las balas.
Primero de Mayo
Jueves, 1 de mayo
No hace tantos años (¿o sí?), celebrar el Primero de Mayo constituía un ejercicio de alto riesgo. Sobre todo cuando llovía y el suelo resbaladizo de las calles Trapería y Platería se convertía en una pista de patinaje. En esas circunstancias, correr delante de los “grises”, huyendo de sus porras, provocaba más de un resbalón, al que le seguía algún cachiporrazo o detención. No son “batallitas”, como algunos quisieran hacer creer, sino episodios de nuestra historia reciente. Es lo que pasaba en la España de los últimos coletazos del franquismo cuando estaba prohibido algo tan “natural” como el derecho de reunión y manifestación. Conviene no olvidarlo. De ahí que yo también quiera tener hoy, pese a la banalización en que haya podido caer el Día Internacional del Trabajo, un pensamiento para aquellos sindicalistas anarquistas -los Mártires de Chicago- que fueron ejecutados en Estados Unidos en 1886 por participar un 1 de mayo en una huelga para la consecución de la jornada laboral de ocho horas. Y también para todos aquellos que siguen luchando incansablemente para dignificar el trabajo.