Así no
Comenzaré por decir que estoy de acuerdo con quienes defienden que la democracia española tiene una tarea pendiente: ampliar la libertad de expresión. Y que esta reforma legal está tardando demasiado. Seguiré diciendo que me parecen execrables los insultos del rapero condenado. Tanto como, por poner solo un ejemplo, las amenazas del general franquista retirado que quería fusilar a 26 millones de españoles, y que ni siquiera fue amonestado. Que sean execrables no significa forzosamente que deban tener un castigo penal. Por eso son legítimas las manifestaciones de protesta de quienes consideran que se ha cometido un injusticia con el cantante y un ataque a la libertad de expresión. Otra cosa es que en una democracia normalizada, aun con sus imperfecciones, una minoría de jóvenes airados intente reparar salvajemente el agravio recurriendo a la violencia. En ningún caso puede ser esa la vía. Por lo que no cabe eludir la condena de esos desmanes.
Los días azules
Un 22 de febrero de 1939 murió Antonio Machado, y tres días después su madre Ana Ruiz. Habían llegado a Collioure unas semanas antes huyendo del fascismo. Él, cansado y enfermo; ella, anciana y casi al borde del delirio. Cuenta Corpus Vargas que mientras cruzaban la frontera por aquellas carreteras intransitables y atestadas de refugiados, la madre no paraba de preguntar: ¿Falta mucho para Sevilla? Un documental muy recomendable, Los días azules, de Laura Hojman, rinde homenaje a la vida del poeta como símbolo de la España que se perdió. Alude el título a los últimos versos de Machado, que su hermano José encontró en el bolsillo de su abrigo tras su muerte: “Estos días azules y este sol de la infancia”. No creo que haya forma más poética y dolorosa de unir el principio y final de una vida que la pregunta de doña Ana y el verso de don Antonio.
Algo más
Como el Buscón don Pablos, Casado está convencido de que mejorará su suerte poniendo tierra de por medio. Por eso quiere dejar atrás ese nido de corrupción al que ha quedado asociado Génova, 13. Está por ver, sin embargo, que esto así, tan simple. Que huyendo de “la casa propia del PP, cuya reforma está siendo investigada por la justicia, o que echándole la culpa a Sánchez, al CIS y al verdugo Málaga de la estrepitosa derrota que ha sufrido su partido en las elecciones catalanas, pueda salvar su liderazgo. Cabría esperar algo más de un dirigente “sorpasado” por Vox, que lleva años volcado en Cataluña, y Cataluña se lo paga con un casi extraparlamentario 3 % de votos. Pero quizá sea eso mucho pedir a quien parece desconocer que, como sentencia Quevedo, “nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres.”
Perseverance
Imaginemos que han pasado 3.500 millones de años y que en un planeta azul lejano se oye gritar en el interior de un centro aeroespacial: “Perseverance está vivo en la superficie del Mar Menor”. Hay mucho júbilo porque el vehículo de exploración ha aterrizado con éxito en un cráter que en su día debió de ser un gran lago salado de 11 kilómetros de diámetro de gran atractivo turístico. En su día, porque ahora solo es, como el resto del planeta, un desierto helado e inhóspito. Comienza entonces la misión más ambiciosa de la expedición: determinar si la pérdida de la atmósfera que rompió el equilibrio ecológico y acabó con la vida en la tierra fue producto del azar cósmico o de la codicia humana… Ese es un escenario posible. Pero hay otro. Que Perseverance encuentre a unos terrícolas tomándose una caña con una marinera en una terraza frente a una laguna de aguas limpias, mientras charlan o leen este periódico.
Que sean execrables no significa forzosamente que deban tener un castigo penal. Por eso son legítimas las manifestaciones de protesta de quienes consideran que se ha cometido un injusticia con el cantante y un ataque a la libertad de expresión.
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Recordarte que el Hásel no está en la cárcel por la basura de sus canciones. está por acumulación de condenas.
Por lo tanto tan basura me parece su «música» como el artículo basura que has escrito para defender a una basura como el tal Hásel que nunca nada aportará a la sociedad española, bueno si, aportará solo una cosa, odio.