El cuaderno de Antonio Balsalobre

Resiliencia

Sánchez tiene pedigrí en asuntos de resistencia. Lo ha demostrado sobradamente dentro y fuera de su partido. Me sorprende, por lo tanto, la frivolidad con que algunos están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Ciertamente su ejecutivo está gobernando en condiciones extremadamente complejas, sufriendo un contratiempo detrás de otro, externos e internos. Epidemia devastadora social y económicamente, invasión de Ucrania, inflación europea, crisis energética, en lo exterior; derrotas sonadas en autonomías gobernadas por el PP, en el interior. Pero no deberíamos olvidar que este gobierno también ha hecho muchas cosas bien. Por falta de espacio solo mencionaré algunas: contención del problema catalán, ERTE’s, ingreso mínimo vital, subida del salario mínimo, revalorización de las pensiones por encima del pepero 0,25%, reforma laboral, consecución de fondos europeos… “No nos van a quebrar en la defensa de los intereses de la mayoría”, viene repitiendo el presidente. Y vista su capacidad de resiliencia, hasta me lo creo.

El río

El paseo de la mañana por el primer camino de la Atalaya es tonificante. El del atardecer por el Paseo Ribereño, sosegado. Entre los dos, queda una jornada de trabajo, cada cual en lo suyo. Y si puede ser, en medio de esa jornada, a eso del mediodía, por qué no un baño en el río. En la Presa, por ejemplo. Lo bueno que tiene el Segura a su paso por Cieza es que es un río que nos lleva. Desde ‘La Brujilla’ hasta el ‘Diente Migalo’ sus aguas correosas, frescas y estimulantes, te empujan, entre cañas y álamos, en un viaje irrepetible. Solo hay que dejarse llevar, guiando con suavidad esa nave en que hemos convertido nuestro cuerpo. Lo dice Jorge Drexler en una de su canciones: “En mi patria hay un monte, en mi patria hay un río”, y yo procuro, mientras camino por las laderas de ese monte o me baño en las aguas de ese río, celebrarlo.

Memoria democrática

Hay quienes por razones probablemente inconfesables se obstinan en reducir nuestra vida democrática al periodo que empieza a partir de la Transición. Como si en España no hubiera habido antes, con todas las tensiones propias, es verdad, de un contexto internacional convulso que desembocó en la Segunda Guerra Mundial, un régimen democrático tan legal y constitucional como el de ahora: el de la República Española. Con su alternancia en el poder (gobernaron las derechas y las izquierdas) y su reconocimiento de las libertades que ahora algunos tanto dicen defender. Arbitrar una norma que tenga como propósito fomentar el conocimiento de esas etapas democráticas y de quienes las hicieron posibles, así como preservar y mantener la memoria de las víctimas y el fomento de su reparación integral, debería ser por lo tanto lo más natural del mundo. La negativa de PP y Vox a secundarla solo se puede explicar desde una cierta complacencia ideológica con el régimen que la derribó con las armas: el franquismo.

Sumando

Fueron miles los que acudieron a apoyar su proyecto. Miles de ciudadanos que entienden que la única manera de que las formaciones a la izquierda del PSOE puedan conseguir un resultado digno en las próximas elecciones generales o se pueda reeditar un gobierno progresista que profundice en las políticas de justicia social que este país necesita es hermanándose. La vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz, cuyo liderazgo y prestigio se ha fraguado desde el ejercicio eficaz de su gestión, así lo entiende también. Por eso se ha propuesto articular un movimiento ciudadano transversal, SUMAR, que va más allá de “siglas y partidos” y busca “un nuevo contrato social” tan necesario como inaplazable. Después del batacazo andaluz, es hora de que la izquierda se recomponga. Su lema “gobernar es escuchar” suena bien. Sobre todo si a quienes más se escucha es a los que más lo necesitan.

 

 

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