El Club Bilduberg, por José Antonio Vergara Parra

El Club Bilduberg

No me gustan los clubes; en general. Me dan mala espina. Para entrar no basta con golpear la aldaba. Hemos de esperar a que algún selecto grupo de asociados coteje nuestro pelaje del con la letra estatutaria. Y sí algún requisito nos faltase, de mediar posibles o un linaje de estofa, el espíritu de la norma, convenientemente interpretado, vendrá en nuestro auxilio. Discúlpenme el Club Bilderberg por el juego de palabras que frontispicia mi artículo pero insisto; no me gustan los clubes; ni aquellos en los que hombrecillos con ínfulas juegan a ser Dios e, infinitamente menos, los que hicieron de la muerte, o de sus réditos, su forma de vida.

Hechas mis reservas les diré que hay clubes malos y peores. Hoy les hablaré de uno muy malo, por mucho que algunos medios o una parte de nuestra política pinten de blanco lo que es negro. Como seguramente sabrán, la formación liderada por Arnaldo Otegui llevará en las listas electorales del 28 de mayo a 44 condenados por su relación con ETA. Siete de ellos participaron, como autores o cómplices, en atentados terroristas que segaron las vidas de José Antonio Julián Bayano (empresario de hostelería),  José Larrañaga Arenas (secretario judicial), Francisco Gil Mendoza (ajusticiado por ETA por su presunta vinculación con el tráfico de drogas), José Manuel García Fernández (guardia civil asesinado de un tiro en la nuca en presencia de su mujer), Alberto Negro Viguera y Andrés Guerra Pereda (ambos murieron por la detonación de una bomba en la central nuclear de Lemoiz);   y Jesús Alcocer Jiménez (comandante del ejército ya retirado).

El armisticio definitivo de ETA y la sustitución de la dialéctica de las pistolas por la retórica de la política fueron dos gratas noticias que, no obstante, conviene valorar en sus justos términos.

Vayamos por partes.

Que sepamos hay 376 asesinados sin canallas condenados. Puede que algunos de esos criminales hayan rendido cuentas ante el Creador o es posible, también, que otros estén bien vivos y anden apesebrados en instituciones políticas. Incluso es probable que concejales, diputados forales o nacionales conozcan a algunos de los autores de atentados irresolutos. Hablamos de un posible delito de encubrimiento pasivo (por silenciar información relevante) o activo (para quienes ayudaron al asesino a eludir la acción de la justicia o hallaron beneficio propio en el delito perpetrado) Y como estamos en campaña, no desprecien la posibilidad de que en algún rincón de Vascongadas, un matarife anónimo pida el voto al padre, viuda o hijo de la víctima por aquél sacrificada. Sólo imaginarlo hiela la sangre.

No es tolerable la chulería de quienes, con tan luctuosos trofeos en sus vitrinas, se acercan a los ambones de nuestras instituciones  para impartir clases magistrales de democracia.  Me quedé corto. Es repugnante y  refleja la decadencia moral de una parte demasiado significativa de Vascongadas que con sus votos, homenajes o clamorosos silencios, ha convalidado la extorsión, el terror y un genocidio por entregas. Según la Fundación Víctimas del Terrorismo, ETA cuenta con 856 muescas en sus revólveres, de las que veinte se marcaron por menores de edad. Sí. Dije genocidio porque 856 muertos son muchos muertos y porque el cóctel molotov que los mató estaba fabricado con odio cimentado en razones políticas, raciales y vesánicas.

Los 44 condenados por su relación con ETA, cumplidas  sus penas y restaurados sus derechos civiles y políticos, gozan del amparo de la Ley para engrosar listas electorales. Mi más sincera enhorabuena. Los 856 españoles vilmente asesinados no tuvieron tanta suerte. Perdieron la verticalidad para siempre, dejaron viudas y huérfanos; vieron truncados sus sueños y algunos de ellos no conocieron la niñez, la adolescencia o la juventud.

Los demócratas hemos de acatar la ley pero estamos compelidos a ningunear y arrinconar cuanto nos esa posible a todos los socios, simpatizantes, cooperadores y tontos útiles de tan perverso club. La ley lo permite y la virtud nos apremia.

Pelillos a la mar. O eso pretenden algunos. La vida sigue pues, como dijera Don Jacinto Benavente por boca de Crispín, “mejor que crear afectos es crear intereses”. No está en juego la gobernabilidad del país ni la prosperidad de los españoles. Acaso los intereses personalísimos del Presidente del Gobierno que se aferra al sillón con una desmesura y displicencia nunca vistas en Moncloa.

José Antonio, José, Francisco, José Manuel, Alberto, Andrés y Jesús, como el resto de asesinados por ETA, no son estadísticas con fecha de caducidad. Tal como yo lo veo, las víctimas y sus familias representan lo más sagrado de nuestra democracia y su dolor y memoria conforman el tamiz por el que ha de cribarse toda acción política relacionada con ETA y sus legatarios.

Sánchez, tras la reunión mantenida con Biden, ha dicho en relación a este asunto: “Hay cosas que pueden ser legales, pero no decentes”. Ha tardado lo suyo. Tras unos días de escapismo y silencio meditabundos, su guardia pretoriana (que ansía recompensas futuras por los esperpentos de hoy)  ha sentenciado que  ETA es pasado. No como las exhumaciones de Franco y José Antonio o la Ley de Desmemoria Histérica y Selectiva que, como seguramente sabrán, abordan la más rabiosa actualidad.

Señor Sánchez, dé instrucciones a todas las agrupaciones socialistas de Vascongadas y Navarra para que ningún voto socialista sirva para encumbrar al poder a EH-BILDU en las Juntas Generales y municipios vascos y navarros.  Y renuncie a todo cetro si para ello precisare el apoyo de EH-BILDU. Sólo así y únicamente así pondrá la decencia que, por sobradas razones, niega a EH-BILDU. Pero lamento decirle que, en lo que a usted concierne, agoté mi candidez. Tras su corolario de promesas grandilocuentes, pronunciadas con mayestática solemnidad, acontecieron felonías indubitadas.  La erudición, la pedagogía y, si me apuran, el sentido común son una pérdida de tiempo, un ejercicio intelectual radicalmente estéril cuando en el receptor anida una personalidad muy concreta. Sr. Sánchez Pérez-Castejón; es usted un narcisista patológico donde su inabarcable amor propio no deja espacio a otros afectos;  a su país, a la verdad, a la palabra dada o a la virtud.

No sé de qué parte estarán ustedes pero yo tengo claro mi sitio. Junto a Miguel Ángel Blanco, Ortega Lara, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Ernest Lluch y con todos y cada uno de los hombres, mujeres y niños a los que ETA arrebató sus vidas. Y en este preciso instante de la Historia, singularmente  junto a José Antonio, José, Francisco, José Manuel, Alberto, Andrés y Jesús pues, aunque los años restañaren parcialmente las heridas, mi consciencia no estuvo, no está ni estará jamás en venta.

Si en algo lamento mis palabras es por los miles de afiliados socialistas decentes, valerosos, justos y capaces que, tal vez, no merezcan tan pesada carga. Pero fueron ellos y no yo quienes eligieron a su líder, y son ellos y no yo quienes, con su cómplice anuencia, toleran amistades tan peligrosas.   Que nadie se engañe. EH-Bildu ha lanzado un órdago al Estado. La inclusión en listas electorales de manos manchadas de sangre inocente representa una burla, un escarnio inaceptable a la memoria y dignidad de las víctimas y sus familias. Y, por extensión, a todos los españoles y españolas de buena voluntad y mejor corazón que, por descontado, no merecemos un gobierno arrodillado.

Última hora. Los siete condenados por delitos de sangre acaban de hacer un comunicado comprometiéndose a no aceptar los cargos de ser elegidos. “No queremos un futuro sin pasado, pero tampoco podemos dar por buena la actuación de aquellos sectores reaccionarios que quieren condenar a nuestro país a un pasado sin futuro”.

Enternecedor. ¿A quiénes llaman reaccionarios? ¿A quienes reaccionamos frente a la ruindad? Tampoco me queda inocencia para ustedes. No están preocupados por los resultados de EH-Bildu en Vascongadas y Navarra, donde las repercusiones electorales de esta polémica se preveían de escaso calado. Están preocupados por Sánchez porque este escándalo le puede costar muy caro. Ustedes, como ERC, quieren que Sánchez permanezca en idéntica pose: haciendo como que gobierna,  cautivo de los nacionalismos periféricos y de una izquierda que, en síntesis, brinca de ocurrencia en ocurrencia y bebe los vientos por todo lo que excrete hispanofobia.

Les juro que en ocasiones me entran ganas de conceder a EH-Bidu y a ERC  la ínsula de Barataria. Que sus 1.000 vecinos se hicieron muy viejos y falto anda su Gobernador, Sancho, de níveos linajes y erreshaches puros. Tanto gloria os llevéis como paz dejéis.

Empiezo a entender a mi tatarabuelo paterno que, a lomos de un borrico, salió de Vascongadas para arribar a tierras de Mula. Serias tenían que ser las razones, porque duro hubo de ser el trasiego. Sabino Arana estaba por venir pero algo tuvo que presentir mi tatarabuelo que en Mula y su camposanto quedó.