El camarote de los hermanos Marx, por José Antonio Vergara Parra

El camarote de los hermanos Marx

En muestra infinita candidez creíamos insuperable la celebérrima e hilarante escena del camarote de los Hermanos Marx, de la película Una Noche en la Ópera. Va a ser que no. La realidad, en ocasiones, rebasa a la ficción por muy ebrio que anduviese el guionista y por soberbios que estuviesen los comediantes.

A ver si me he perdido algo. El pesoe pimentonero, en inesperada alianza con Ciudadanos sin fronteras, registran una moción de censura contra el gobierno  de López Miras y contra sí mismos; al menos en lo que concierne a Ciudadanos pues éstos formaban parte del ejecutivo. Sería algo así como una autoenmienda a la parcialidad.

Mi aldeano Teodoro, listo y raudo como pocos, arriba a su tierra para abortar tamaña embestida. Tras una noche loca, quienes firmaron una proposición contra sí mismos, recobran la autoestima y, a cambio de tres silloncitos de nada, los susodichos Francisco Álvarez, Isabel Franco y Valle  Miguélez dicen haber visto la luz.  Que se quedan y de moción nasti de plasti.  Perjuran por snoopy  que, llevados al cadalso y entre martirios y aflicciones, firmaron por coerción insuperable.

Murcia, ninguneada durante decenios por carecer de hecho diferencial, es ahora objetivo de focos y micrófonos. A diferencia de las proles de Wilfredo el Velloso y Arana ta Goiri’taŕ Sabin (que así se hacía llamar el misanhispanófono),  los de estas tierras somos poco dados a la tragedia o al drama. Nos va más la zarzuela y la parranda. Y esto se paga muy caro pues sólo los tristes captan la atención de papá. Debimos quedarnos junto a Albacete para darle salida al mar y así, entre atascaburras y zarangollo, gachas y habicas tiernas con bonito, igual Madriz nos habría prestado más atención.

Votóse la moción y merced a los tres parlamentarios de VOX, desmilitarizados por trasuntos cuentacorrentiles, decayó aquella para vanagloria y algarabía de peperos.

Mas lo de Murcia no era sino el primer desembarco de una conchabanza urdida en la trastienda del poder, entre el pesoe de Redondo y las vestigios de la otrora ciudadela naranja. Inés del alma suya y sus últimos de Filipinas debieron recibir la absolución por flaquezas pretéritas y quién sabe si la promesa cierta, del nocherniego moncloíta, sobre futuras  poltronas o prebendas. ¿Casualidades causales o causalidades casuales? Ésa es la cuestión, que ya nos lo advirtiera Hamlet en su eterno soliloquio:

“¿Cuál es más digna acción del ánimo,

sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta,

u oponer los brazos a este torrente de calamidades,

y darlas fin con atrevida resistencia?”

Ayuso, oliéndose la jugada incoada en provincias, no sólo no se enroca sino que despliega una ofensiva de la que el estratega Iván anda todavía recuperándose. Veremos qué ocurre pero me atrevería a decir que la Señorita Ayuso ha salvado la locomotora de la economía española, la capitalidad del reino y, quién sabe, si al mismísimo pepé. Pues éste, tras la muy torpe y vejatoria retórica de su paladín contra su alter ego santiaguesco, descendía arrastraculo y cuest’abajo. Por no mentar lo de Cayetana, pues nunca un hermoso verso suelto gustó a un soneto anodino.

Moncloa había diseñado su estrategia, en parte forzada y en parte pergeñada. Los dineros mandan, los de aquí y extramuros. Lo de Iglesias no ha sido una salida sino un empujón hacia el abismo pues hasta los suyos le quieren como James al vodka-martini; “shaken, not stirred”; batido pero no revuelto.

Y en esto que el galán de perfecta dicción y amueblada azotea, para feliz sosiego del Sr. Baldoví y rojerío vario, se va o igual lo ha dicho de mentirijica pues es apañao y entoavía está en edad de merecer. Abandona la plaza pública para encaramarse de nuevo a las tablas, y haría bien pues las candilejas del proscenio fueron, son y serán más nobles que los flashes de las vanidades. One moment!!!!! Lo que yo decía. Dicen por la tele que el Sr. Cantó ha aceptado ir en las listas de Ayuso, aunque está por ver si cumplirá o no con los requisitos exigidos en la legislación electoral. Qué lío. Ríete tú del camarote marxiano. Bueno, señor Cantó. Lo que tenga que ser será, que el teatro le necesita y España también. Suerte.

Dicen, y debe ser verdad, que hay señorías e ilustrísimos tránsfugas unipersonales pero no dicen, y es verdad mayor, que casi todos los partidos llevan transfugando desde el pleistoceno superior. Que una cosa es la evolución de la especie, muy deseable sin duda, y otra una especie de súbita transformación al abrigo de conveniencias y no de convicciones. Desde el extravío de la chaqueta de pana de González, el que más o el que menos ha perdido lo suyo por el camino. El mundo cambia y nosotros con él mas hubo, hay y habrá valores universales que ni el más ingenioso de los ilusionistas podría ocultar: el honor, la honradez, la fidelidad a la palabra dada y la lealtad a los principios y convicciones. Ideales viejos que, imagino, suscitan comicidad entre tantos tontoselpijo y trileros.

El juicio por la muy presunta y no menos dadivosa cajabé genovesa sigue su curso. Y digo yo que el peor de los criminales tiene derecho a mentir pero no a hacer el ridículo pues desmedida mortificación se me antoja esto último. “No dirás falso testimonio ni mentirás”, octavo mandamiento de la Ley de Dios o eso dice el catecismo de mi primera comunión que conservo, por cierto, como oro en paño (Madrid 1973, octava edición). Y dice también que la avaricia, es decir el ansia viva por arrejuntar, es pecado mortal. Mas para eso está el sacramento de la penitencia, pa limpiar la era y que todo quede en una chuminá campestre. Cercano me siento a impíos, ateos y agnósticos que, por sus apostasías, les son negados tan antisépticos y celestiales tejemanejes. Arderán en el infierno por los eres, por sisar perras a los desempleados, por polvos de talco esnifables y señoritas de vida alegre. Todavía están a tiempo; conviértanse y desahoguen sus pecados. Y borrón y cuenta nueva.

Pongo a Dios por testigo que sentí paz y alegría cuando el armisticio de ETA, pero si son tan amables no me cambien el cuento. Inclinen sus mentones y miren la moqueta que pisan; si no es mucho pedir, no impartan lecciones magistrales de ética y ciencia política pues si robar es caca, matar es inadmisible. ¿Lo entienden? ¿Cómo se atreven a hablar de democracia habiendo bebido del racismo sabiniano y del marxismo revolucionario?  ¿Acaso se han reconvertido? Pues, siendo así, mi más sincera enhorabuena pero para ese viaje sobraron aquellas alforjas en las que cupieron casi mil muertos.

Última hora. El saliente Marqués de Galapagar, otrora camarada vallecano, se ha despedido del hemiciclo anunciando una denuncia contra mi amigo Teo, y otros, por soborno y compra de voluntades políticas. Barrunto que si la Justicia Dependiente observare u observase ilegalidad en la promesa cierta de sillones y cargos, aconsejo la más apresurada y ambiciosa ampliación de Alcalá Meco jamás concebida. No todo lo legal es ético como no todo lo inmoral es ilícito.

Tengan bien presente que en la huertecica murciana se inició la Segunda Reconquista del Reino de España, obligando a Covadonga a compartir un protagonismo hasta ahora privativo. Acá, concretamente en Cartago Nova, se puso fecha a los comicios chulapos, se abolió el Marquesado de Galapagar y se truncó la alianza blautaronja, que dirían por els països catalans.

Disculpen mi sarcasmo e indulten mi sonrisa, pero no hallo mejores antídotos para semejante esperpento.

 

 

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