Análisis y descripción de los parajes ciezanos de gran relevancia arqueológica
Antonio Guardiola Sánchez
Para comprender la historia de estos yacimientos tenemos que remontarnos hasta la década de los 80 del pasado siglo, cuando el Club Espeleológico Almadenes tropieza con significativos elementos de arte rupestre en diferentes cuevas y abrigos, así como elementos que darán pie a posteriores investigaciones, iniciadas por Joaquín Salmerón Juan, Joaquín Lomba Maurandi y María Cano, en la década de los 90, dejando un amplio estudio de las pinturas que se documentaron.
La zona de Los Losares, situada en el margen occidental del término municipal de Cieza, es una gran placa rocosa de materiales de plegamiento cársticos y de dolomías masivas1, en el cual, en una gran falla tectónica, se encaja un caudaloso río Segura que discurre de forma acelerada desde Calasparra, y que tras salir de la contención de Almadenes abraza de forma serena el valle de Cieza para continuar su discurrir por el Valle de Ricote. Es importante el conocimiento de este contexto para comprender la situación macro-espacial de los dos yacimientos visitados, y su continuidad en el tiempo, siendo esta una zona de alto valor biológico en la que los diferentes estadios ambientales han propiciado un ecosistema atractivo para las diferentes comunidades que las habitaron. Otro factor importante es que constituye un lugar que de forma primigenia ha conformado una vía natural de comunicación entre los diferentes territorios del Noreste regional, trasgrediendo sus actuales fronteras y poniéndose en relación con un marco territorial relativamente extenso. Se trata de un enclave de intercambio desde donde se tiene acceso a las tierras bajas del valle, así como a tierras altas: Calasparra y Jumilla en menor medida.
El análisis meso- espacial de Arco nos ofrece un yacimiento situado en una ladera elevada entorno a un curso irregular de carácter endorreico (Barranco de la Tabaquera), que discurre Sur-Norte, hasta verter en la parte media del Cañón de Almadenes, casi de forma lineal al abrigo que cuelga de la fachada, que será tema de análisis más adelante. El tipo de hábitat se encuentra articulado en torno a un abrigo rocoso calizo que da nombre a la cueva: un gran arco de llamativa apariencia.
Esto representa uno de los elementos de distinción en cuanto a este tipo de asentamientos estacionales, sobre todo durante el Paleolítico Medio, pero de permanencia más estable en comparación con vertientes como la Cantábrica. La ubicación geográfica le imprime a los yacimientos características de la vertiente mediterránea-valenciana. Mucha de la fauna es consumida en el entorno más inmediato, existiendo una estabilidad de recursos por la benignidad del clima mediterráneo que caracteriza a esa vertiente, con abundancia de cápridos y cérvidos.
El yacimiento de Arco se ha dividido en dos zonas principales. Comenzaremos analizando el denominado como Arco II. Se trata de una pequeña cavidad en la parte meridional del yacimiento, donde hay claras representaciones pictóricas de ungulados, que tras los renovados análisis de Calcos Fotográficos2 han desentrañado nuevos hallazgos, antes ocultos al ojo humano. Se trata de figuras naturales, puntiformes de arte figurativo-paleolítico en las cuales se distinguen líneas yuxtapuestas y paralelas. Se han constatado la presencia de 23 figuras puntiformes aerográficas, pudiendo destacar la existencia de representaciones de cabras, generalmente de forma frontal; he aquí la importancia de esta iconoclasia central, pudiéndose datar el Magdaleniense Final (12000 BP). Arco contextualiza el arte en el cotejo tipológico, pendiente de análisis isotópicos.
En cuanto a Arco I subdividiremos este sector en otros dos. Uno occidental más elevado, donde encontramos dos grutas de unos 10-12 metros de profundidad, que tras el incendio que asoló el paraje de Almadenes3 el doctor Joaquín Lomba identificó. Tras esta intervención de urgencia, aparecen nuevas figuras faunísticas datadas las más próximas a la entrada en torno al 20.000 BP y en la parte más profunda se datada en torno a 15.000 BP: una figura de un cuadrúpedo de forma lateral, elemento este que da representación corporativa al yacimiento. En otra de las grutas de este subsector Occidental, en la parte Norte de este, se han realizado campañas de identificación de niveles estratigráficos, detectándose presencia de paquetes pertenecientes al Neolítico Antiguo (datación relativa cerámica en este nivel, aun siendo escasa la presencia artefactual se destaca la existencia de cerámica inciso-impresa4.), niveles Paleolíticos (colgante de conchas perforadas) que son niveles estratigráficos invertidos afectados por un coluvión. En este lugar se han prospectado diferentes áreas de sondeo.
En la parte Oriental de Arco I encontramos un amplio abrigo rocoso en el cual la lectura de los niveles estratigráficos más modernos arroja alteraciones importantes o incluso inexistentes. El resto de niveles han supuesto un contexto cerrado que han permitido un fructífero análisis de las situaciones micro- espaciales, y las propias características del abrigo impidieron crear un ecosistema cerrado que pudieran alterar los restos exhumados en la actualidad.
La revitalización de las campañas de Arco propició el redescubrimiento de figuras inéditas con presencia de niveles inferiores, lo que aporta una ampliación de conocimiento sin parangón. Bajo la dirección del doctor. Ignacio Martín Lerma se realizan los primeros sondeos en ese mismo año y en diferentes yacimientos. La singularidad de este reside en la presencia de niveles de Paleolítico Medio y Superior en un mismo espacio en el que se ha efectuado representación de Arte Paleolítico, añadiéndolo a la escasa lista de yacimientos con estas características5.
En la parte actual en la que se centran las campañas arqueológicas, situada en el vestíbulo en la parte oriental del mismo, encontramos estratigrafías que han actuado como receptor de secuencias afectadas por coluviones en los cuales los niveles superiores han sido alterados o han desaparecido. En el área de trabajo actual los fósiles directores establecen cronologías de Holoceno en los niveles superiores, que fueron claramente alterados por procesos postdeposicionales no de carácter antrópico, como efecto de las reseñadas escorrentías y el uso reiterado por fauna local como refugio, causando una importante bioturbación. Inmediatamente anterior a este nivel se documentó un nivel del Paleolítico Superior con presencia de tecnólogua lítica (leptolitización) propia de HAM (Hombre Anatómicamente Moderno) en base de cuarcita. Se puede confirmar la presencia del nivel Solutrense que ha sido muy alterado (punta de muesca de tipo mediterráneo6), empezando a encontrarse paquetes cerrados desde el nivel Gravetiense, con abundante presencia tanto de lítica como de fauna consumida. En la parte más exterior del abrigo encontramos la presencia de hogar Gravetiense en superficie y fauna consumida en el interior asociada a útiles líticos. El nivel actual de investigación es un estrato Musteriense (el musteriense es la industria exclusiva de Neandertal), lo que ha supuesto hasta el momento poder secuenciar, como poco, niveles desde el Neolítico hasta unos 50.000 BP, lo que representa un caso singular. La fauna del nivel Musteriense se encuentra en buen estado de conservación, pendiente de análisis por su reciente exhumación. La importancia de este yacimiento radica en el estudio de la transición desde el PM (Paleolítico Medio, periodo neandertal) hasta el PS (Paleolítico Superior, periodo de Sapiens).
En el nivel Musteriense se han registrado elementos líticos de amplio espectro, destacando la presencia de raederas cuadrangulares de tipología francesa (la raedera es una herramienta lítica con un filo con retoque abrupto con el que se persigue restar eficiencia de corte en beneficio de una capacidad de rascar. Se cree que se utilizaba para curtir piles), de gran espesor y con retoque continuo. El análisis micro-espacial arroja una baja densidad lítica, sin elementos dispersos de talla, lo que indica que los talleres se situaban en otro lugar. Según los estudios efectuados, el área de captación se estima en unos 300 km2, habiendo detectado talleres en la parte septentrional de Almadenes (Casa de la Maestra) e incluso a unos 15 km en las cercanías del yacimiento islámico de Siyâsa. Hay que recordar el carácter de banda7 de estas comunidades que les imprimen unas características determinadas en cuanto a la interrelación espacial.
En la zona de cribado los arqueólogos recuperan los objetos de industria lítica y faunísticos de menor tamaño, que se escapan a la detección en la cuadrícula, y que serán añadidos al nivel estratigráfico tras su recuperación en la zona de cribado. Esta microfauna es de importancia determinante a la hora de establecer dataciones relativas de los diferentes niveles estratigráficos.
En conjunto, Almadenes es una zona de alto valor y rica en arte postpaleolítico y paleolítico, que tendrá una explosión académica tras las primeras campañas efectuadas por el arqueólogo Joaquín Salmerón Juan. Se trata del contexto específico del lugar de mayor concentración de cuevas y abrigos con presencia artística documentada o por documentar (Cueva de Jorge: representación de cuadrúpedo. Cueva de las Cabras: presencia de seis figuras). Por tanto, es una zona de gran concentración de BIC (Bien de Interés Cultural).
La Cueva de la Serreta se trata de un abrigo natural en la pared Norte del Cañón de Almadenes, situado a unos 90 metros de altura. Aunque en la actualidad se accede por una sima parcialmente artificial, está constatada la presencia de una antigua pasarela natural que daba acceso por la misma pared del precipicio y que se colapsó en algún momento del pasado.
Señalando someramente la continuidad del área de ocupación hasta niveles medievales, destacaremos la presencia del nivel Neolítico. Tras producirse un colapso en el interior de la cueva, la parte superior del solado cae de forma invertida sobre la segunda mitad más próxima al precipicio, propiciando la existencia de niveles estratigráficos invertidos sobre otros con escasas acciones antrópica y orogénicas, que mantienen los paquetes sedimentarios inalterados.
En el nivel Neolítico destacamos la presencia de dos hogares, el hallazgo de útiles líticos (tallados y pulimentados), cerámica digital, presencia de restos faunísticos consumidos y silos excavados en ‘terra rosa estéril’ que conforman el pavimento aplanado de forma artificial en el nivel más antiguo.8 Encontramos evidencias de estambulamiento de otras especies de ungulados, así como la de semillas halladas en cerámica neolítica. Es un yacimiento que ha escapado del expolio y del cual se han podido extraer multitud de valiosa información para la comprensión del Neolítico regional.
Al estudio económico podemos sumar el hallazgo de un taller de adornos sobre base de caliza, convirtiéndose en aquel momento en el cuarto yacimiento en territorio español que documenta este tipo de talleres. De este proceso de fábrica se han desprendido diferentes elementos de talla que muestran el proceso de perforación y tallado de los mismos.
Sin duda, la parte más reseñable y singular del yacimiento atañe a las pinturas rupestres, datadas en torno a 6000-7000 BP. En la parte más profunda del abrigo aparece la icónica imagen que da representación corporativa al yacimiento: un ídolo antropomorfo de unos 30 centímetros en forma de letra griega phi, con una especie de montera y rayos que parecen atravesar su cuerpo. En el vestíbulo situado en la parte septentrional, citando textualmente al arqueólogo Joaquín Salmerón Juan, “aparece en la cavidad 50 figuras, repartidas en dos paneles y pertenecientes en su totalidad al arte rupestre denominado comúnmente Esquemático, que incluye en este caso algunas figuras del estilo Seminaturalista. El panel I se encuentra situado en la pared septentrional del vestíbulo de la cavidad. Las representaciones puramente esquemáticas muestran figuras humanas en forma de phi griega, un acoriforme, un cruciforme, dos grandes polilobulados, otros esquemas humanos y tres cuadrúpedos pectiniformes”9.
A esta descripción detallada que realiza el autor, habrá que sumarle los recientes descubrimientos de nuevas figuras superpuestas, que confirman la reiteración del “santuario” en cronologías más dilatadas, reforzando esta afirmación en las diferencias entre pigmentos.
Sin duda, la gran singularidad de este enclave de arte postpaleolítico, radica en el hecho de ser el lugar del Sureste peninsular con mayor concentración de arte en un mismo yacimiento, que se sumará ahora a los análisis macro-espaciales que lo ponen en relación con el resto de cavidades pendiente de análisis, así como con el propio yacimiento de Arco, que en línea recta se encuentra a unos 150 metros de este, aunque en el margen meridional del cañón.
Durante milenios esta zona quedará constituida como un punto de intercambio en el cual las comunidades Neolíticas y del Calcolítico harán suyo un amplio territorio de dominio espacial de gran importancia, dando lugar a la institución de redes permanentes de intercambio y comunicación que serán continuas en el tiempo. El futuro de las intervenciones arqueológicas tiene que incidir en el replanteamiento de estos esquemas macro-espaciales; y es aquí cuando debemos recordar que existen una gran cantidad de elementos de similitud entre yacimientos tan dispares como los del Barranco de los Grajos, Los Cuchillos o incluso podríamos atrevernos a ponerlos en relación con los recientes descubrimientos en la Cueva de Jaime el Barbudo (doctor Joaquín Lomba Maurandi) y otros tantos enclaves dentro del área de captación.
Conclusión
Sin duda, con todo lo reseñado anteriormente, es evidente la importancia que adquieren estos yacimientos para la comprensión del marco macro-espacial que implica a estas dilatadas cronologías. Arco supone un paradigmático escenario para el estudio de la transición desde el PM al PS, mientras que La Serreta sigue representando un caso singular en el estudio de Neolítico regional y el arte Postpaleolítico en un contexto peninsular. No obstante, mi reflexión final irá por otro lado: los investigadores de la Universidad de Murcia han introducido un importante concepto a la hora de detectar nuevos enclaves receptores de arte rupestre o de posibles yacimientos, pasando de ser meros elementos pasivos (expectantes de informaciones de terceros sobre descubrimientos fortuitos) a ser, desde el año 2015 tras el fatídico incendio, parte activa de la detección de estos lugares. Se abre ahora una tendencia en la que se intuye un prometedor destino como consecuencia de esa prospección e identificación directa, fruto de un audaz y eficaz trabajo. Además, han impulsado estas compañas arqueológicas, mediante una excelente tarea de divulgación científica, atrayendo el interés de una sociedad que cada vez demanda a los poderes públicos más recursos para la investigación y puesta en valor del patrimonio, entendiendo su triple función científica, social y económica.
1. Lomba Maurandi J. (Coord.) y Martín Lerma I. (2018): “El contexto: Prehistoria y Arqueología en Los Almadenes”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 149.
2. Alfredo Sánchez Hernández (calcos). Lomba Maurandi J. (Coord.) (2018): Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Murcia. 3 Lomba Maurandi J. (2018): “Antecedentes, el incendio de 2015 y el proyecto integral de intervención”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 17.
3. Lomba Maurandi J. (2018): “Antecedentes, el incendio de 2015 y el proyecto integral de intervención”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 17.
4 Martín Lerma, I. y Román Monroig, D. (2018): “Intervenciones arqueológicas en la Cueva del Arco”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 402.
5. Martín Lerma, I. y Román Monroig, D. (2018): “Intervenciones arqueológicas en la Cueva del Arco”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 398.
6. Martín Lerma, I. y Román Monroig, D. (2018): “Intervenciones arqueológicas en la Cueva del Arco”, Arte rupestre y Arqueología en Los Almadenes. Pág. 407.
7. Service, E. R. (1973): Los Cazadores. España.
8. Salmerón Juan, J. (1998): “La Cueva Sima de La Serreta (Cieza). Santuario de arte rupestre, hábitat neolítico y refugio tardorromano”, Materiales de Historia Local Cieza, Abarán, Archena, Blanca, Ojós, Ricote, Villanueva del Segura, Ulea. Pág. 53.
9. Salmerón Juan, J. (1998): “La Cueva Sima de La Serreta (Cieza). Santuario de arte rupestre, hábitat neolítico y refugio tardorromano”, Materiales de Historia Local Cieza, Abarán, Archena, Blanca, Ojós, Ricote, Villanueva del Segura , Ulea. Pág. 51.