Editorial

LA VISITA DE LOS REYES A CIEZA

La noticia estrella de la semana pasada fue la visita de los Reyes de España, Felipe VI y Doña Leticia, a Cieza. Lógicamente, este inusual hecho, que no se producía desde 2013 cuando la entonces reina Doña Sofía inauguró el Teatro Capitol, acaparóo la atención de la ciudadanía y de toda la prensa, no solo local sino regional y nacional.

La visita de los reyes se encontraba enmarcada dentro de la gira que están realizando por toda la geografía española como muestra de agradecimiento a la sociedad en la lucha contra el covid-19, y en el caso de Cieza tenía la particularidad del apoyo al principal motor económico de la localidad: la agricultura.

En este sentido, el tiempo dilucidará si la visita surte el efecto deseado o no. Santiago Martínez, presidente de FECOAM, subrayó que solicitaría que los reyes ayudarán para que el trasvase Tajo-Segura no se toque. Este es un asunto que va más allá de colores políticos, pues un mismo partido cambia de discurso sobre el mismo según cuál es la región afectada, es decir, el mismo partido dice una cosa en Murcia y otra muy distinta en Castilla-La Mancha, por ejemplo. La figura del monarca tiene influencia, que no potestad legislativa, para asesorar en un sentido u otro, como se ha hecho en las relaciones internacionales velando por el beneficio de las empresas españolas; en otras ocasiones, presuntamente y a tenor por las últimas informaciones en las que se acusa de corrupción a Juan Carlos I, en beneficio propio.

Aquí radica el quid de la cuestión. Cabe plantearse si esta visita servirá para relanzar la agricultura ciezana, ahora que se encuentra tan próxima la futura declaración de la Indicación Geográfica Protegida para el melocotón amarillo de Cieza, o si solo es una parada más en una gira iniciada para “lavar” la depauperada imagen de la Casa Real, después de que ingresara en prisión el cuñado del rey, Iñaki Urdangarín, y el reciente escándalo que se ha desatado alrededor de la figura del rey emérito. El tiempo siempre da o quita razones. Tempus fugit.

En relación a la imagen ofrecida durante la vista real ésta no fue la deseable, principalmente en la accesibilidad de los monarcas. Casi un centenar de periodistas se dieron cita en ‘La Carrichosa’ y a ninguno, a excepción de Televisión Española, se le permitió aproximarse a los reyes ni preguntarles nada. Todo el trabajo se tuvo que hacer detrás de un cordón de seguridad. De hecho, a la prensa no se le permitió acceder a la carpa ni al interior de las instalaciones de la cooperativa y se la ubicó, mientras la comitiva estuvo en las mencionadas zonas, durante 45 minutos de espera, en un bancal, bajo un sol de justicia, a la espera de que llegaran para poder “echar unas fotografías”.

El protocolo real es estricto, pero esa actuación no transmite, precisamente, una imagen de cercanía ni de transparencia. Que los periodistas acudan a cubrir un evento y no les dejen realizar al completo su trabajo, porque no pueden realizar preguntas, es una falta de respeto hacia la profesionalidad y la labor informativa que marca el artículo 20 de la Constitución Española. Ante esta disyuntiva cabe plantearse si de verdad se pretendía velar por la misión fundamental, en cualquier democracia, que cumplen los periodistas con la información o solo se buscaba “el postureo de las fotos”.

 

 

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