LOS ROBOS DE FRUTA Y LA INSTALACIÓN DE MACROGRANJAS PORCINAS EN CIEZA
Cieza va a plantar cara a un problema endémico de la localidad y otro que acecha sobre nuestras cabezas, así por lo menos se desprende de las rotundas actuaciones y declaraciones del Consistorio ciezano.
Pero vayamos por partes y desglosemos ambos asuntos. El problema endémico de Cieza, por estas fechas en las que nos encontramos en plena campaña de recolección de fruta, viene asociado a los robos y hurtos que se producen en la huerta. A pesar de que desde hace seis años, según estimaciones oficiales, se ha conseguido evitar la sustracción de 10.000 kilos de producto, este dato no es óbice ni consuela a quienes sí han sufrido pérdidas debido a la acción delictiva de los ladrones. Por ello, en esta nueva campaña de recolección los cielos ciezanos estarán vigilados por drones que alertarán de los robos. Cabe plantearse si la acción novedosa que se lleva a cabo este año en el protocolo de seguridad municipal será más efectivo que en años anteriores. Los mimbres que se incorporan son buenos y es de esperar que se detecten más delitos. Por ello, nos congratulamos y deseamos que sean efectivos, ya que es el motor económico de Cieza el que se intenta salvaguardar, como no podía ser de otra forma.
La semana pasada hubo otra noticia importante para Cieza, muy importante. Las macrogranjas porcinas en la localidad no tendrán cabida con la modificación del PGMO que se hará efectiva en el próximo Pleno municipal de mayo. Según confirman a esta redacción fuentes oficiales, con la modificación “es prácticamente imposible que se instalen macrogranjas en Cieza”. Lo que va a llevar a cabo el Gobierno local consiste en “impedir” que sea entable que se instalen.
Y eso, precisamente, es lo que debe hacer un gobierno que vele por el bienestar de la ciudadanía. La experiencia en otras localidades ha demostrado que los daños son inconmensurablemente mayores que los raquíticos beneficios. Lo único beneficiosos que aportaría dichas granjas a Cieza sería menos de una decena de puestos de trabajo. Los perjuicios serían increíbles: contaminación de los campos de cultivo y acuíferos por la masificación de animales y residuos; del aire que respiramos, convirtiendo Cieza en un estercolero de grandes dimensiones; y, por supuesto, lastrar la dinámica turística que se inició con Floración.
De esta forma, solo cabe alegrarnos y que se haga efectivo. La mayoría de la población ciezana no entendería que no fuera así.