Editorial

Fotografía de Fernando Galindo

LA PROGRAMACIÓN DE LA FERIA Y LOS PROBLEMAS DE CIEZA

La semana pasada se presentó la programación de la Feria y Fiestas de Cieza 2024, una programación que resulta totalmente descafeinada si la comparamos con la ediciones anteriores y que, después de muchos dimes y diretes (incluidas advertencias y/o amenazas por parte del Gobierno local de que no se celebraría con el objetivo de presionar a la oposición para que aprobara la modificación  de créditos de más de 7 millones pendientes) saldrá adelante gracias a las asociaciones locales, como reconoció el propio Gobierno municipal. Algo que resulta paradójico, puesto que estas asociaciones todavía no han percibido las subvenciones correspondientes de este año, lo que dice mucho a favor de ellas y plasma su “ciezanismo” altruista, dándole una lección y poniendo frente al espejo, ante la cruda realidad,  al Gobierno de Cieza.

El hecho de que la programación de la Feria y Fiestas de Cieza resulte decepcionante para la mayoría de la ciudadanía ciezana (solo hay que tomar el pulso opinativo de la misma en la calle y en las redes sociales) es preocupante, porque los ciezanos y las ciezanas esperan con ilusión la llegada de la última semana de agosto para disfrutar de su esencia y, ahora, se ve frustrado ese sueño.

Sin embargo, sin quitarle la relevancia que tiene esta nueva decepción, existen otros problemas acuciantes en la localidad sin resolver. La frustración causada por la programación ferial solo es la punta del iceberg.

Lo más grave es que los problemas más acuciantes de los vecinos y las vecinas, los que les afectan en su día a día, no se resuelven y algunos, incluso empeoran: se pierden subvenciones; el problema de los malos olores del colector sigue enquistado; los vecinos y las vecinas de Ascoy se quejan de que el Gobierno local los tiene “abandonados a su suerte”; las asociaciones no reciben las subvenciones; se dilatan los pagos municipales a empresas y comercios; la suciedad es latente en toda la localidad; y un largo etcétera que sigue sin solución ni visos de que la haya.

De esta forma, la desafección de la ciudadanía hacia el Gobierno de Cieza es más que evidente, se escuchan críticas (en privado y en público) sobre su gestión y provoca el malestar de los hosteleros, de los comerciantes, de la Banda Municipal de Música de Cieza y de gran parte de la población.

De hecho, el deterioro institucional ha alcanzado cuotas que no se habían visto nunca en la etapa democrática. Y esto sucede debido al enrocamiento en el poder de un Gobierno que está en minoría tras la ruptura unilateral del pacto que tenía con Vox y que no fue la lista más votada, pero que actúa como si tuviera mayoría absoluta y evita cualquier tipo de diálogo o acuerdo con la oposición, lo que ha derivado en la parálisis de mayor calado que ha conocido Cieza. Llegados a este punto se debe tener altura de miras; es decir, priorizar el interés del conjunto de la ciudadanía ciezana antes que el interés personal de quien gobierna. ¿Será capaz este Gobierno local de hacerlo? Lo dudamos; por el momento hace oídos sordos ante el clamor del pueblo, el mismo pueblo que le colocó en su sillón y a quien debería estar obligado a servir.