LA MUERTE DEL PAPA
Ha fallecido Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Hemos iniciado estas líneas, mencionándolo con su nombre original, debido a un aspecto muy positivo de él, que expresa perfectamente cómo era, tanto como persona como máximo pontífice de la religión que cuenta con más fieles en todo el mundo.
Y esta cualidad que poseía reside, principalmente, en que interiorizó las creencias y los mandatos de su fe. La misma que predicó Jesucristo cuando echó a los mercaderes del templo, de la casa de Dios.
El Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, abrió las puertas de la anquilosada Iglesia Católica a todos los creyentes. Obviando la posición, el género y cualquier matiz que pudiera discriminar a los creyentes, porque fue consciente de que todos son hijos de Dios. Es por ello que recibió los halagos de los políticos de izquierdas (creyentes o no) que vieron en él un tremendo soplo de aire fresco (tan necesario en una institución anquilosa).
Ahora, después de la gran apertura que eclesiástica que llevó a cabo, queda la esperanza de que quien le sustituya en el cargo prosiga con su loable misión y que, por tanto, la Iglesia Católica no vuelva a retroceder y se adapte a los tiempos actuales, a las necesidades y a las características de la sociedad.
Deseamos que, quien ocupe su cargo, prosiga esta senda que inició el Papa Francisco, la cual consistía en anteponer los seres humanos a los bienes terrenales (es por eso que Abascal lo denominó ‘Ciudadano Bergoglio, de forma despectiva, porque predicó su fe, con un crucifijo de madera colgado de su cuello y sin plegarse a los poderes económicos).
En nuestra sociedad se necesitan más personas como Jorge Mario Bergoglio que personajes como Santiago Abascal. El Papa Francisco luchó por la humanidad y el otro solamente lo hace por su interés espurio para seguir crispando la sociedad (con el gravísimo problema que conlleva) y, por supuesto, para seguir cotizando del erario público, tal y como ha hecho toda su vida, sin aportar absolutamente nada a la sociedad: solo odio y confrontación. Los hechos y las obras pondrán a cada cual en su lugar.
Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco, descansa en paz. Tu legado es prolífico.