Editorial

   Imagen de archivo con miembros de ambos sectores

ESTADO DE GUERRA EN EL PARTIDO POPULAR DE CIEZA

Esta pasada semana se ha producido la ruptura total en las filas del PP. Los tres ediles renovadores que quedaban, Enrique Fernández, Ana Belén Corredor y Piedad Quijada, presentaron su renuncia al partido y solicitaron su inscripción como concejales no adscritos, como independientes.  Un hecho sin precedentes en la historia de la democracia del Ayuntamiento de Cieza. Es la escenificación de una guerra que ha acompañado al PP desde el inicio de la legislatura y que se agravó desde la dimisión de Juanma Molina, número 1 del partido en las últimas elecciones y líder del sector renovador.

Crónicas de Siyâsa les ha ido detallando y adelantando la información, en ocasiones antes de que se produjese el hecho, desde el mes de marzo, desde que se fue Molina. Hemos sido el medio de comunicación que ha realizado un seguimiento detallado de los pormenores sobre unos hechos de especial relevancia, como así se ha venido a demostrar, y que no estaban teniendo la repercusión mediática que merecían por tratarse del partido más votado de Cieza en las últimas elecciones. Y lo hemos hecho con datos contrastados por distintas fuentes, de ambos bandos, y teniendo acceso a documentos. Todas las fuentes en el periodismo suelen ser, generalmente, interesadas. Pero nos hemos asegurado bien de que las informaciones fueran fiables, como nos exige la ética. De hecho, todo lo que hemos publicado, el tiempo y los hechos, irrefutables, han venido a constatar que era una realidad y no meros rumores; a pesar de las críticas, desmentidos y acusaciones de las que hemos sido objeto. Porque no somos ni tamayistas ni renovadores, solo nos debemos a la ciudadanía de Cieza y a su derecho de estar informada.

En el trasfondo de toda esta historia la dirección regional del PP ha jugado, por acción u omisión, un papel destacado. Fue Murcia quien situó a Molina al frente de la candidatura popular en 2015 y prescindió de la «vieja guardia» en su afán de ofrecer a la ciudadanía un aire nuevo. Y ha sido Murcia, muy ocupada en su propios asuntos internos, quien no ha intervenido en la posterior guerra que se ha prolongado en el tiempo y que ha desembocado en la fractura abierta.

Todo comenzó tras la salida de Molina. Después, las elecciones a la presidencia del PP local originó que se presentase una candidatura, que finalmente fue la única, representada por Fernando Tamayo y el proyecto de otra, que no se presentó, con la figura de la exconcejala María José Jiménez y respaldada por los renovadores. Ambos bandos llevaron a cabo «afiliaciones express» con la intención de recabar partidarios. Llegados a este punto, los renovadores se mostraron muy críticos con la figura de Antonio Tamayo, presidente hasta las elecciones, al que acusaron de impedir que se pudieran presentar más afiliaciones renovadoras para favorecer la candidatura de su hijo. Finalmente, Fernando Tamayo fue el único candidato y, por tanto, elegido presidente local. A raíz de aquí, se rodeó y formó una ejecutiva con las personas afines y con ello los renovadores se sintieron desplazados. Todo ello provocó la renuncia en masa de casi un centenar de afiliados renovadores que no fue aceptada por la gerencia regional, en un principio, por defecto de forma; aunque Fernando Tamayo ha insistido a esta redacción que sigue sin haberse producido de manera efectiva. Posteriormente, la gota que colmó el vaso de los renovadores fue el cese de Enrique Fernández como portavoz y coordinador (concejal liberado y con sueldo íntegro). Precisamente, el probable cese provocó la dimisión del número 2, Francis Piñera, con lo que se quedó la vía libre para que se hiciera efectivo. Piñera era otro renovador y en aquel momento se necesitaba la aprobación de la mayoría de ediles para dar ese paso. Sin Piñera en el tablero las fuerzas se desnivelaban a favor de los tamayistas, que contaban con 4 ediles por los 3 renovadores que finalmente se han ido. Y el movimiento del cese se hizo antes de que tome posesión el sustituto de Piñera con lo que se evitaba que pudiera haber otro empate técnico.

La respuesta de la cúpula del PP de Cieza a la salida de los tres ediles ha sido dura. Los tachan de «tránsfugas, chantajistas y peseteros» y les instan a devolver el acta de concejal. En realidad, no son tránsfugas. Al menos mientras sigan como independientes y no se integren en ningún partido. Además, no pueden con su voto modificar o influir en el gobierno municipal. No mientras los partidos que conforman el equipo de gobierno de Cieza no rompan su pacto ya que poseen mayoría para aprobar o rechazar propuestas. Y peseteros tampoco son. Apenas 500 euros es lo que cobraban y seguirán cobrando como ediles por asistir a los Plenos. Tal y como alegan, si se hubieran mantenido en el partido también lo seguirían percibiendo. El único que ha perdido el sueldo íntegro de liberado es Enrique Fernández y fue cesado. Por tanto, dejaba de percibirlo tanto si se mantenía en el PP como si se declaraba independiente. Además, esa cantidad es ínfima para que sean tachados de esa manera.

En relación a la entrega del acta de concejal, el ordenamiento español es claro: el acta es personal y no le pertenece al partido sino a la persona. En este punto se podría establecer otro debate sobre la idoneidad del ordenamiento español en este sentido. Los tres ediles manifiestan que se encuentran comprometidos con sus electores y que quieren llevar adelante el proyecto en el que se embarcaron hace dos años y medio, que no consideran que sea el mismo que se les dicta desde la cúpula popular. De hecho, la cúpula ha expresado que los cambios se produjeron por falta de confianza y para dar un cambio de perfil hasta el final de la legislatura. Por tanto, el derecho también les asiste para que no se vean obligados a devolver el acta. El paso que han dado no es sencillo y está por prever las consecuencias de dicha resolución. Los ediles aseguran que la decisión tomada es el camino más angosto y oscuro, pero que se deben a la ciudadanía, a aquellos a quienes les pidieron el voto. Y, realmente, las senda escogida es la más complicada. Lo cómodo hubiera sido dimitir y entregar las actas o terminar la legislatura callados y siguiendo los dictados de la ejecutiva local.

El tiempo dictará si serán capaces de aguantar la presión que ya están recibiendo y si cumplen su promesa y no se intentan integrar en ninguna lista municipal. Lo cierto es que desde esta semana ha nacido en el seno consistorial un nuevo grupo «de facto». Se abre una etapa inédita en la historia de Cieza. También es cierto que el PP retrocede notablemente de cara a sus electores y a la opinión pública. Actualmente, presenta la imagen de un partido desmembrado por las luchas internas. En la penúltima legislatura gobernaron con 12 concejales y mayoría absoluta. En esta última la iniciaron en la oposición con 8, y a día de hoy cuentan con 4 y esperando la incorporación y decisión de un quinto, el sustituto de Francis Piñera.  Asimismo, se han producido 6 salidas de la última lista electoral: Juanma Molina; Daniel Rodríguez, que no quiso tomar posesión; Francis Piñera, Ana Belén Corredor, Enrique Fernández y Piedad Quijada. Mientras, la coalición de partidos del equipo de gobierno cuenta con 11 ediles. Se fragmenta todavía más el panorama político ciezano, siendo más plural. Nuevamente, el tiempo dirá si el PP es capaz de reponerse de este duro varapalo, recomponer su organización y volver a convencer a sus electores para la siguiente legislatura. Porque se va a encarar la recta final; solo queda un año y medio.

 

 

One thought on “Editorial

  1. Anti Corrupto

    pantanlontitos fachosos no tiene … a presentarse como candidato porque es una gallina

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