Editorial

LAS AYUDAS E INVERSIONES DE CIEZA Y LA MOCIÓN DE CENSURA A LÓPEZ MIRAS

El Gobierno municipal ha presupuestado cinco millones y medio de euros para la reactivación económica de Cieza en estos tiempos aciagos de pandemia que está padeciendo la sociedad. Toda institución pública, para cumplir con su labor social, no debe tener superávit para guardarlo “en la caja”, sino para reinvertir las rentas en el beneficio de la comunidad. Una comunidad que está más necesitada que nunca de obtener ayudas para sobrevivir durante la pandemia y la consiguiente crisis económica que se aproxima.

Por ello, el Consistorio ciezano cumple con sus deberes. Reinvierte los beneficios en la ciudadanía, al igual que haría una empresa privada con sus accionistas, con el condicionante de que en este caso los accionistas somos el conjunto de la sociedad ciezana. Por tanto, dentro de las competencias municipales, poco se le puede reprochar, en este momento y con estas actuaciones, al equipo de Gobierno. Está cumpliendo con su cometido sobradamente. Este es un hecho que, además, resalta la inoperancia de la oposición, más proclive a disolverse en inútiles y espurias diatribas que poco aportan a Cieza. De hecho, en lo que llevamos de legislatura, es una oposición paupérrima, que se debate en disyuntivas internas y que poco (o nada) aportan al debate local. Realmente, es una pena. Porque cualquier democracia que se precie de serlo necesita una alternativa que, por el momento, ni se palpa si se vislumbra.

En el ámbito regional político el miércoles pasado explotó una bomba, que acabó convirtiéndose en uno de los episodios mas turbios que se recuerdan en política. Después de 26 años de gobierno conservador, Ciudadanos y PSOE presentaron una moción de censura para desalojar del Palacio de San Esteban al PP. Las casi tres décadas, en las cuales se han afianzado los lazos clientelares y se han manejado los designios de la Región de Murcia, en muchas ocasiones de forma déspota, parecían que tocaban a su fin. Pero no será así debido a la «compra» de tres diputados de Cs que habían firmado la moción. En un episodio de transfuguismo flagrante, cambiaron de idea (y de principios, si es que los tenían) a cambio de un buen sueldo (público) y una consejería; olvidando convenientemente que no fue a ellos a quienes les votaron sino a unas siglas.

Los populares se sintieron traicionados por sus socios de gobierno (que igual que es lícito que les den su apoyo también lo es que se lo quiten si no les complacen lo que observan) y, rápidamente, movieron ficha para solucionar la situación. Sin embargo, la estrategia que diseñaron, y que se ha hará efectiva salvo sorpresa mayúscula, es un ataque directo a la credibilidad de la política y un ninguneo a quienes les sustentan, que no es otro que el pueblo que les elige con sus votos, ya que, como reza la Constitución Española, la soberanía recae en el pueblo. Valiéndose de dádivas y prebendas, se va a lograr que la moción no prospere. A cambio, eso sí, del menoscabo de una clase política ya muy depauperada y del menosprecio de la ciudadanía. Y, lo más grave, es que se enorgullecen del acto.

Con esta acción esperpéntica (ni siquiera Valle Inclán lo hubiera imaginado) se consigue el objetivo, que no era otro que perpetuarse en el poder. Pero los daños colaterales (o directos) son cuantiosos, amén de las conclusiones: la regeneración en el PP ni existe ni se la espera; el ocaso de Ciudadanos cada vez está más próximo en el horizonte, ya que a sus constantes cambios y a su progresiva pérdida de votos se le une el «espectáculo» de la traición tránsfuga; y el descrédito para la clase política, la peor valorada entre las profesiones en las encuestas del CIS.

Todo este circo lo único que deja claro es que Murcia necesita una regeneración real, y efectiva, de su clase política. La Región de Murcia, actualmente y a la luz de los hechos y evidencias, es un ‘cortijo privado’ donde prima el caciquismo clientelar campa a sus anchas. Podría parecer solo una pena, sino fuera porque es algo mucho más grave que lastra el porvenir de todos los murcianos y murcianas.

 

 

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