¿Dónde estabas entonces?, por Diego J. García Molina

¿Dónde estabas entonces?

Hay un ejercicio, o juego, o no sé cómo llamarlo, que consiste en decir dónde estabas cuando sucedió algún acontecimiento que afectara a amplios grupos de población. Por ejemplo, donde estabas en la final del mundial de fútbol que ganó España (no me acuerdo), o cuando ganó el Barcelona su primera copa de Europa; en ese caso no se me olvidará debido a qué estaba en la exposición universal de Sevilla y lo emitieron en la pantalla de televisión más grande del mundo en aquel momento. Para personas de edad más avanzada puede ser cuando llegó el hombre a la Luna; hay quien cuenta que se juntaron en la casa de un vecino que tenía televisión, y cosas por el estilo. En el nuevo milenio hay un hecho que creo que quedó grabado en el imaginario de casi todo el mundo, y no fue otro que el ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York. No solo por ser un ataque por sorpresa indiscriminado y cruel contra población civil desarmada, sino también por ser retransmitido en directo por televisión, hecho inédito en este tipo de sucesos.

Recuerdo que habíamos terminado de comer y me fui a otra habitación a estudiar un examen de septiembre de la universidad; de pronto entró un familiar muy agitado y me pidió que pusiera la tele, que una avioneta se había estrellado en un edificio. No se me olvidará jamás cuando encendí la televisión y vi uno de los icónicos rascacielos ardiendo con voz de fondo de Matías Prats; de repente, apareció otro avión estrellándose y explotando en el edificio contiguo. Como canta Carlos Gardel en el tango Volver, “qué 20 años no es nada”, dentro de aproximadamente quince días será el vigésimo aniversario de aquella catástrofe, la cual desgraciadamente, muchos incluso celebraron o les fue indiferente, a pesar de la cantidad de vidas civiles sacrificadas para nada. Ese incidente provocó la invasión, por parte de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, de aquel Afganistán dominado por los talibán, los cuales protegían y financiaban a los terroristas culpables de aquella masacre.

Casualmente, estos días asistimos a la anunciada retirada de las pocas tropas norteamericanas que quedaban en este país centroasiático, lo que ha provocado la desbandada de los mínimos efectivos militares del resto de países, algunos de ellos ni avisando a sus colaboradores locales de su fuga, junto al desmoronamiento del endeble ejército afgano por la presión guerrillera del talibán. Lo más curioso del asunto es ver como personas que desde el principio se opusieron virulentamente a la invasión y la permanencia de tropas extranjeras en el país, ahora se quejan por su repliegue y piden… bueno, no saben lo que piden porque no se puede exigir una cosa y la contraria al mismo tiempo. Hay personas que no terminan de tener claro que para que podamos ir por la calle tranquilos de forma pacífica no queda más remedio que ceder el monopolio de la violencia a unas fuerzas de seguridad como policía, guardia civil y ejército. Si no estuvieran, ¿quién impediría que personas violentas, con pocos escrúpulos o directamente necesitadas perpetraran todo tipo de delitos? A todos nos gustaría que el mundo fuera de otra manera, pero la verdad es que hoy día es así como funcionan las cosas. La expresión latina del experto militar romano Vegecio “Si vis Pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra) continua vigente casi dos mil años después.

Realmente, como no puede ser de otra manera, veo bien que la gente se preocupe e intente ser solidaria, no obstante, con una recogida de firmas poco se puede hacer contra el integrismo islámico. Querrán ayudar mucho a estas mujeres, sin embargo, han tenido veinte años para hacerlo y solo se acuerdan ahora que es tarde. Además, resulta un poco hipócrita cuando el estado de las mujeres afganas va a ser el mismo que tienen en Irán, Paquistán, Arabia Saudí, Catar, Argelia, y en realidad de prácticamente todos los países musulmanes. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué no se clama por los derechos de esas mujeres? En verdad, este es un caso con implicaciones religiosas, por tanto, de difícil solución, sobre todo desde fuera. Los católicos ya tuvimos nuestras guerras de religión y periodos de mezcla de lo divino con lo terrenal, de intervención del clero en asuntos políticos, y costó mucha muerte y sufrimiento conseguir separar una cosa de la otra. En algún momento tendrá que llegar el momento para otras religiones. ¿Cuál sería nuestro papel ahí? Entiendo que el respeto a la Declaración universal de los derechos humanos debería ser un requisito irrenunciable, pero a ver quién le pone el cascabel al gato.

En todo caso, imaginemos una situación hipotética, o no tanto: descubrimos una civilización que mantiene a las tribus próximas esclavizadas y sometidas, con una religión cuyos dioses piden miles de sacrificios humanos continuos de miembros de dichas tribus; además, esta cultura tiene como práctica habitual el canibalismo de las personas sacrificadas. Cómo países más avanzados, ¿tendríamos que intervenir y liberar a las víctimas de aquella religión o debemos inhibirnos con la excusa de que hay que respetar todas las tradiciones, religiones y culturas? Sí que es cierto que es un dilema complicado y desde nuestra humilde condición poco podemos hacer. Mientras tanto, tenemos mucho más cerca otro grave problema que también afecta a la mujer como es el tráfico de personas para la esclavitud sexual, sobre eso si podemos hacer bastante. Para empezar, regulando la actividad como sucede en otros países de nuestro entorno con buenos resultados. Sería una forma de paliar en cierto modo la precariedad y la violencia asociada, recaudando, al mismo tiempo, impuestos asociados, y ofreciendo paro, pensiones, etc. Es decir, que las personas que quieran dedicarse a este trabajo de forma voluntaria puedan ejercerlo en las mismas condiciones que el resto de trabajadores. Por algo es llamado el oficio más antiguo del mundo.

 

 

One thought on “¿Dónde estabas entonces?, por Diego J. García Molina

  1. JOSE LUIS SALMERON

    El problema actual de la sociedad «capitalista» (por definirlo a grosso modo) es que se cree capaz de solucionar todos los problemas del Mundo mundial sin darse cuenta que en muchos problemas, o mas bien, no tienen solución (África) o mas bien no quieren que se los solucionen (caso Afganistán) por motivos religiosos u otros.
    Cuando el Mundo libre (capitalista) se dé cuenta de que no es Supermán, en ese momento el Mundo regirá por las leyes naturales normales, el que quiera luchar por su país para que sea próspero luchará y el que no, con su pan (poco) se lo coma.
    Fíjate que China, sin ninguna guerra, está conquistando todo el Mundo. Deja hacer y hace todo lo que lo dejan hacer sin gastar ni una sola bala.
    Así de simple es, ley natural lo llaman los que saben de esto.
    Un saludo desde Bélgica.

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