En este artículo quiero escribir sobre el tema de actualidad de estos últimos días, la huelga feminista que tanto revuelo ha causado, quizás por el intento de algunos partidos de rascar votos en esta campaña electoral continua en la que estamos inmersos.
No quiero poner el foco en el manifiesto falaz que han hecho circular organizaciones de extrema izquierda, puesto que ellas mismos han quedado retratadas, ni tampoco en el intento de apropiarse de la reivindicación de las mujeres en la sociedad por parte de algunos partidos.
Asistí a la marcha que se realizó en Murcia este jueves y ciertamente fue impresionante, nunca había visto una concentración tan numerosa. Miles de mujeres, y como no, hombres, reivindicando la igualdad de derechos y obligaciones de todas las personas, sin distinciones de ningún tipo. Hemos visto opinadores en contra de estas marchas con el argumento de que hay bastante igualdad en España, sin embargo hay acceso al mercado de trabajo y ello no impide que todos los años haya manifestación el primero de mayo; no veo ningún problema en que la gente salga a la calle pacíficamente a reivindicar sus derechos.
Que duda cabe de que en España hemos avanzado una enormidad en igualdad, si lo comparamos con la situación de hace 100 años, y más todavía desde que pasamos de la dictadura franquista a la democracia. A día de hoy, hay un 20% más de mujeres que hombres en las universidades y la formación profesional. En 1980, los niveles de acceso al mercado de trabajo de las mujeres era inferior a la media mundial (35% en España frente al 50% mundial), mientras que actualmente no solo estamos por encima de la media mundial si no incluso de la media de los países de la OCDE, 80% frente al 82% en España; no está mal la evolución. Además de que es ilegal en nuestro país pagar distintos salarios ante un mismo puesto de trabajo, es conocido, porque hay datos, que la llamada brecha salarial se produce a partir de la maternidad de la mujer, hasta ese momento prácticamente no hay diferencias. Es en ese campo, el de la maternidad, donde todavía nos queda mucho por avanzar y aprender de otros países. Las mujeres no tienen por qué elegir entre maternidad y empleo de calidad.
No obstante, el principal problema lo veo en otro lugar, en la pretendida guerra de sexos que desde algunos extremos se quiere fomentar. Recuerdo una conferencia feminista a la que asistí, donde al final reconocía la ponente que le hacía muñecas a su hijo pero él irremediablemente siempre terminaba cogiendo una pelota. Abogaba, erróneamente, que las diferencias entre hombres y mujeres son culturales, y no biológicas. Aún estando más que demostrado que somos diferentes biológicamente, mientras que iguales en derechos y obligaciones, todavía hay gente que se empeña en negar la mayor. La misma alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, decía hace varios días que «la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad»; sin entrar en detalles de esta afirmación, lo que se desprende es que para ella hombres y mujeres tienen diferencias intrínsecas, en el propio código genético.
Lo que más me defraudó de aquella conferencia fue cuando la ponente afirmó que el amor es un invento del hombre para mantener dominada a la mujer (sic). Sobre todo, porque había mujeres muy jóvenes en aquella sala, adolescentes a las que se le quiere hurtar uno de los sentimientos más bonitos que tiene la humanidad, lo que diferencia al hombre del animal. Un sentimiento que mueve el mundo; que sería de nosotros sin los poemas, las canciones… ¿es todo inventado, solo química? No quiero creerlo, seríamos prácticamente robots. Solo puede afirmar eso quien no ha conocido el amor.
Para concluir, como corolario, quiero quedarme con lo siguiente:
- España es uno de los mejores países del mundo para nacer mujer.
- Queda mucho todavía por hacer para eliminar discriminación y desigualdad entre hombre y mujer.
- Y no debemos dejar que está lucha se convierta en una confrontación entre hombres y mujeres, es una causa que nos compete a todos.
No puedo finalizar sin acordarme de esas mujeres que hoy en Irán están siendo encarceladas, torturadas y en algunos casos asesinadas por defender su libertad de elegir, de ser personas libres y no menores de edad de por vida. Su desafío ha sido quitarse el pañuelo en público y subir el vídeo a redes sociales.