Desobediencia, según María Bernal

Desobediencia

Un deseo imprescindible que tengo en mente desde hace ya muchos meses es el que le pido al 2022: que la mayor parte de la sociedad sea capaz de obedecer todas las veces que sean legalmente necesarias y siempre que ello no suponga un ataque para su integridad. Y es que ahora no cabe duda de que prevalece la desobediencia por encima de la razón. Y cuando esto nos debería preocupar con suma consideración, pasamos de una realidad tan egoísta, como es la que le da nombre al panorama actual, donde solo tiene cabida la vanidad.

Desde un tiempo atrás hasta estos sorprendentes días siempre ha ocurrido; siempre ha habido personas que tanto por activa como por pasiva han pretendido imponer sus criterios. Sin embargo, ha sido la pandemia la que ha provocado que la gente se retrate todavía más de esa actitud ingrata de muchos que, en esa cobarde valentía de querer desafiar al sistema, siendo conocedores de que poco castigo van a recibir y a expensas de lo que les pueda pasar a los demás, incumplen a tajo y destajo cualquier normativa susceptible de ser respetada y cumplida. Y es que no obedecemos, nos cuesta mucho por la soberbia innata de tantas y tantas personas. Y solo lo hacemos cuando la ley nos pisa los talones.

Empezó la pandemia, se supone que había un comité de expertos en el gobierno para hacer frente a esta difícil situación. Culpabilizar al gobierno por no haber obedecido del todo es una razón por la que posicionarse porque la medicina no es una tabla de multiplicar donde siempre vamos a encontrar resultados exactos e inequívocos. Esta ciencia requiere más de una opinión, pero no solo de pocos expertos. De hecho, ahí está la realidad: importantes médicos inmunólogos de este país, como es el caso de Alfredo Corell, han divulgado desde el principio una serie de directrices para encaminar el virus de la manera más eficaz posible. Pero la voz de estos médicos no podía ser escuchada, no  les traía cuenta ni a gobierno central, ni a gobiernos autonómicos cuando asumieron competencias. Pedían test masivos y aislamiento de positivos, no parecía complicado, pero no convenía obedecer porque esto suponía una inversión que los gobiernos, sobre todo los de derecha, no estaban dispuestos a hacer. Échenle un vistazo al presupuesto para Sanidad que las comunidades como Madrid, Andalucía y Murcia han presentado para 2022, las tres últimas comunidades que menos van a invertir.

Culpabilizo también a la oposición por no haber obedecido en una situación de alarma, por haber culpado al gobierno de no ceder competencias a las autonomías para que actuaran de acuerdo a los datos de cada comunidad, y porque cuando el gobierno entonces las cedió y era el momento de obedecer, se limitaron a decir que ciertas decisiones eran asunto del gobierno central, sin olvidar las duras acusaciones de la oposición al gobierno, al tacharlos de responsables de todas las muertes producidas. Y ahí quedó demostrado que ellos lo habrían hecho mucho peor.

Lo mismo sucede con la población. No se obedece. Nos privaron de libertad por imperativo legal, no por antojo de nadie, y cuando nos la devolvieron, en lugar de obedecer, empezamos a desescalar a nuestra manera.

A la mayoría siempre le ha dado igual que haya muertes, enfermos en UCI, que haya sanitarios echando esos turnos de 24 y 36 horas, que haya personas vulnerables; les da igual todo porque es necesario juntarse y celebrar. Se podría considerar de negligencia los eventos que se han celebrado esta Navidad, solo hay que entrar a las redes sociales para comprobar las fiestas con aglomeraciones y sin mascarilla. Y ahora se sorprenden por haberse contagiado.

No se ha obedecido prácticamente en nada, y la población se ha relajado de tal manera que Ómicron ha aprovechado esta tregua para demostrar la capacidad irrevocable que tiene de expandirse hasta por aquellos que todavía siguen en una especie de confinamiento, obedeciendo en la medida de lo posible.

Y sí, se pasará de manera leve, pero tengamos en cuenta todo lo que arrastran las personas contagiadas: bajas laborales, colapso sanitario y caos para el sistema en todos sus ámbitos. Y como a muchos no les toca vivirlo en primera persona, optan por desobedecer, cargados de una razón que no llevan y produciéndose entonces una coyuntura contraproducente: enfermamos y sí exigimos que nos obedezcan de inmediato, aunque nosotros no lo hayamos hecho. Es decir, muchos derechos son los que exigimos y pocos deberes son los que queremos realizar.

Dejar de lado la arrogancia y obedecer una mínima parte de lo que piden las autoridades son dos asignaturas que la población tiene todavía pendiente y conforme pasen los días, tal vez y ojalá me equivoque, más les costará aprobar.

 

 

One thought on “Desobediencia, según María Bernal

  1. Gato

    Precisamente la izquierda ha sido siempre más desobediente y contestataria.
    Rasgos que ahora son «enarbolados» por otros y a su vez mal vistos.
    Por tanto, la izquierda no es tolerante.
    Ejemplo,,,,, el tenista djokovick. Dado que las leyes de Australia no le permiten entrar, y la izquierda se basa en la legalidad……. por qué se ataca a Hungría cuando no deja, bajo sus leyes, entrar a inmigrantes ilegales??????

Escribir un comentario