Descanse en paz la Unión, el Progreso y la Democracia, según Diego J. García Molina

Descanse en paz la Unión, el Progreso y la Democracia

El pasado día 6 de diciembre, aniversario de nuestra Constitución, la dirección del partido político UPYD cuyas siglas significan, Unión, Progreso y Democracia, comunicó su extinción como formación activa. Tras 13 años de acción política, lo que no consiguieron multitud de factores en contra lo ha conseguido finalmente el vil metal. Una eurodiputada del partido en la legislatura anterior, Beatriz Becerra, quien tardó pocos meses en abandonar la disciplina de UPYD tras conseguir el acta en el parlamento europeo utilizando nuestras siglas, 5 años después ha pedido su reincorporación a su puesto anterior como jefa de prensa con un elevado salario, el cual el partido no podía afrontar en las condiciones actuales. Un error administrativo, no incluyéndola en el ERE que se efectuó tras la pérdida de representación, y por tanto, de recursos financieros, motivó esta situación. Esta señora, mercenaria de la política, como ha demostrado, lobos con piel de cordero y voz de no haber roto en su vida un plato, exigió el pago íntegro e inmediato de su indemnización en un juzgado, y ante la falta de liquidez, no ha quedado más remedio que abandonar la lucha usando este valioso instrumento que ha sido (ahora sí se puede hablar en pasado) UPYD.

Es una pena terminar así, sobre todo viendo la situación política en que nos encontramos en este momento, degradada a más no poder tras años de malas decisiones de partidos políticos, medios de comunicación, y también incluyendo a los votantes, pues son quienes finalmente deciden. Sin duda podemos estar muy orgullosos de la labor realizada por el partido durante estos años. Hemos luchado de forma honesta, responsable y valiente, de forma altruista, con aportaciones económicas propias y contribuyendo con nuestro tiempo de forma desinteresada a mejorar la vida en común de esta sociedad. Nuestra formación ha sido fundamental para transformar la política, romper el bipartidismo, y adelantarnos a los temas que siguen siendo plenamente vigentes: la independencia de la justicia, una fallida Ley Electoral, la defensa del castellano como lengua común, la financiación y el modelo territorial autonómico y las carencias en sanidad y educación. Además, hemos sido ejemplares e implacables a la hora de defender la  transparencia y combatir la corrupción.

Merece la pena recordar cómo era la situación política hace 13 años y su comparación con la actual. El problema principal era el bipartidismo, con su acomodamiento y la corrupción institucionalizada, como la del Partido Popular, y las diversas causas judiciales falladas en su contra, y el robo del PSOE de Andalucía de más de 1.000 millones de euros precisamente a colectivos que más lo necesitaban, como eran los parados, en el caso ERE, y los trabajadores, en el caso de los cursos de formación. Hoy día esos problemas “parecen” naderías en comparación, y los partidos nuevos con representantes en las instituciones, como son Podemos, Ciudadanos y Vox, van a hacer buenos a los partidos tradicionales de la década anterior.

Los enemigos declarados (por ellos mismos públicamente) de la Constitución, como son los abiertamente secesionistas Bildu y ERC, han sustituido al egoísmo secular de sus homónimos de derecha PNV y Convergencia, y no ocultan su razonamiento obvio: solo conseguirán hurtar una parte de la soberanía que pertenece a todos los españoles destruyendo primero la estabilidad de la nación. Y esta gente está en el gobierno, condicionando las acciones del ejecutivo, empujándole (tampoco es que oponga mucha resistencia) a tomar decisiones que no benefician a los españoles, sino todo lo contrario. La Unión de las fuerzas políticas hacia un bien común ha desaparecido.

Jamás se había visto al país tan sumido en guerras internas, en rozamiento que impide a los españoles desarrollarse a la par que las naciones de su entorno, y ese Progreso que nos merecemos que está convirtiendo en retroceso, y la evolución natural en involución. Deuda externa, paro y otros factores nos avisan del posible colapso al que nos podríamos enfrentar si no cambiamos de rumbo.

Con respecto a la Democracia, algunos de los factores que definen a esta son la independencia judicial y la libertad de los medios de comunicación, incluida la económica. Nada que añadir que no haya dicho ya el propio gobierno; solo hay que leer las noticias preocupantes que nos encontramos a diario. Los intentos de limitar la independencia de los poderes judiciales, que hasta han merecido reproche de las autoridades europeas, regar con dinero público los medios afines marginando a los que no lo son, y el famoso “ministerio de la verdad”, que fiscalizará que es la verdad y que la mentira, al más puro estilo Gran Hermano de la novela de George Orwell 1984, son serias advertencias al respecto.

Ese día de la Constitución Española, UPYD anunció su cierre. Nuestra Carta Magna representa la voluntad del pueblo español de garantizar sus derechos como ciudadanos, la defensa de la libertad y la igualdad, y el afán por regenerar nuestra democracia, principios que nuestro partido y los distintos portavoces que ha tenido UPYD siempre han defendido. No puedo terminar sin agradecer a todas las personas que han participado, que han apoyado, y que he conocido en este magnífico proyecto; reconociendo su esfuerzo y valentía, pues no ha sido nada fácil. Sobre todo en zonas, como País Vasco, Galicia, Cataluña o Navarra, donde por pensar diferente o defender tus principios podías poner, y ponías en peligro incluso tu integridad física… en la segunda década del siglo XXI en España, quién lo iba a decir. Gracias a todos. Y a UPYD: descanse en paz.

 

 

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