De profesión tiktoker
¿De profesión? Tiktoker. Esta es la respuesta de muchas personas que deciden ganarse la vida, vendiendo lo más preciado que debe proteger el ser humano: su intimidad. Que se haya normalizado este estilo de vida, como el trabajo de moda, cuando verdaderamente es una realidad baladí, resulta un insulto al intelecto.
Se hacen llamar influencers y lo más absurdo es que estas personas se creen imprescindibles en este mundo, donde los usuarios de las redes sociales se convierten en ese ganado que solo tiene que reproducir un vídeo o darle a la opción de seguir a estos personajes para que se hagan millonarios.
Y lo único que se consigue con esta actitud es que los jóvenes, que son más manipulables, se alejen de lo verdaderamente exclusivo que les va a dar las herramientas necesarias para la vida: la cultura, la literatura, la ciencia y todas las artes que no tienen cabida en las cabezas llenas de serrín de estos tiktokers.
Deducir la capacidad intelectual de estas personas es fácil; basta solo con leer una publicación en redes, o asquearse visualizando un vídeo en el que, palabra sí y palabra también, no son capaces de verbalizar ni un argumento sólido y coherente.
Más sencillo resulta comprobar cómo estas personas tienen la cabeza llena de serrín. Que nadie se tome estas palabras como un insulto, sino como una evidencia. Y si algún seguidor fiel de este tipo de personas se ofende, entonces tiene un problema que ha de mirarse.
El último cerebrito que nos ha sorprendido, y no precisamente por su ingenio, ha sido Naim Darrechi, un tiktoker que cuenta nada más y nada menos que con 26 millones de seguidores en Tik Tok. Este chaval de 19 años ha protagonizado un vídeo repulsivo, condenable y vejatorio hacia las mujeres. Todo el mundo se ha hecho eco de que un niñato como este haya alardeado a través de declaraciones tan vomitivos como que no usa preservativo, que eyacula dentro sin permiso o que afirma ser estéril para poder mantener relaciones sin miedo de la chica que se acuesta con él a quedarse embarazada.
Analicemos y reflexionemos sobre el peligro altamente trascendental que este influencer supone para los jóvenes, ya que son muchos los que se convierten en meros imitadores sin ser consecuentes con el riesgo al que se exponen si todos deciden ir de idiotas por la vida como su ídolo. Naím es propenso a contraer y transmitir una ETS, Naím es propenso a dejar a una mujer embarazada y después no hacerse cargo, Naim es machista y no respeta a las mujeres, sino que las usa como objetos sexuales, Naím frivoliza con un tema bastante peliagudo y por el que tantas parejas están sufriendo como es la esterilidad. Es decir, Naím no es una persona con sentimientos; es una máquina de hacer dinero que se ha convertido en un altavoz altamente peligroso para los jóvenes.
Es difícil entender cómo la gente se deja manipular de esta manera. ¿Qué ha hecho Naím para tener tantos seguidores? Nada. Con catorce años sí que destacó como un buen futbolista, pero en lugar de seguir este camino, prefirió recorrer, gracias a su carisma como humorista, la alfombra de las dichosas pantallas que tanto mal están sembrando, porque está demostrado que estas las carga el diablo. Ha escrito un libro, y no porque sea un literato, sino porque contactó con su editora a la que le mandaba audios y esta los iba redactando. ¡Vaya mérito!
De hecho, él ha confesado que no lee, algún que otro libro de autoayuda que a fin de cuentas son panfletos cuyo fin es soltar el rollo de la vida de una persona que cree que con su testimonio va a ayudar, como si todas las personas necesitasen la misma recuperación. Para ayuda ya están los especialistas y quizá Naim debería ponerse en manos de uno para después valorar la vida y para respetar a todas las personas, porque sus consejos son auténticas calamidades. Y el problema es que para los jóvenes la palabra de este tipo de personas es palabra de Dios, por tanto, de obligado cumplimiento.
La necesidad de la educación sexual en las aulas clama al cielo cada vez más, aunque haya determinadas fuerzas políticas que se niegan a este tipo de actividades tan necesarias y para las que quieren imponer el pin parental; el veto a actividades de ayuda a cargo de especialistas, para que los jóvenes no cometan el error al que les conducen tiktokers como Naim.
Al parecer ha pedido disculpas, ya que se ha visto obligado a hacerlo porque ha empezado a ver cómo sus seguidores descendían, lo que supondría para él la debacle de su carrera profesional, si es que a lo que hace se le puede llamar carrera, y si es que esta puede ser calificada de profesional.
La generación de los tiktokers, esas personas felices aparentemente y desdichados realmente, y que, con el paso del tiempo, lamentarán haber vendido su alma al diablo que se oculta tras las redes sociales.