Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad
Tete Lukas
Henri Cartier-Bresson (1908-2004) fue un fotógrafo francés, considerado como el padre del foto reportaje y mundialmente reconocido por su obra maestra El instante decisivo. Un libro que sigue siendo igualmente relevante hoy, a pesar de haber sido publicado en 1952.
El instante decisivo se refiere a esa fracción de segundo en que los elementos dentro del encuadre se combinan para formar la imagen más auténtica y viva posible. Es el momento en que el sujeto y el entorno se encuentran en perfecta armonía, ofreciendo una representación que es tanto emotiva como reveladora.
Para Bresson los factores más importantes son: la composición, la intuición, la espontaneidad y, lo más importante, la paciencia. Entre sus imágenes más icónicas destacan ‘Behind the Gare St. Lazare’ o ‘Hyeres’ de 1932.
Al contrario de lo que muchas personas piensan, conseguir la foto adecuada en el momento preciso no depende de la suerte, aunque a veces pueda ayudar, sino también y, sobre todo, de la observación, de la anticipación y de la paciencia.
Con la proliferación de las cámaras digitales y los smartphones todos somos fotógrafos, pero la facilidad con la que podemos tomar y compartir fotos nos ha llevado a una sobrecarga de imágenes. En esta nueva realidad, la habilidad de capturar “el instante decisivo” puede ayudarnos a crear imágenes que destaquen del ruido y capturar momentos de verdad.
La foto que os muestro la realicé en el año 2018 durante la ‘Color Run’ que se celebró aquel año como parte de las fiestas patronales, una nueva moda consistente en una carrera simbólica de corto recorrido durante la cual los participantes se lanzan unos polvos de vivos colores hechos con almidón de maíz y colorante alimentario. Me situé a unos 20 metros de la línea de salida para pasar desapercibido y conseguir una imagen más natural y espontánea, y también porque tras el disparo de salida los organizadores lanzarían kilos de polvo rosa a los participantes y no quería que este fino polvo acabara en las entrañas de mi cámara.
Monté el teleobjetivo en la cámara, la puse en modo ráfaga y esperé el pistoletazo de salida. Con la señal, los chicos de la organización lanzaron tal cantidad de polvo que se generó una espesa niebla rosa que me hizo perder de vista a los corredores y pensé: “aquí no hay foto, demasiado polvo, no se ve nada”, pero de repente los cuerpos empezaron a surgir del manto rosa. ¡Ahí estaba el instante decisivo!…y estaba dentro de mi encuadre, ta ta ta ta ta…disparé una buena ráfaga. Fruto un poco del azar y otro poco de la intuición, conseguí esta bonita imagen de la que estoy muy orgulloso.
Bresson dejó muchas frases célebres en sus escritos, pero mi favorita y con la que me despido es la siguiente: “Tus primeras 10.000 fotografías son tus peores fotos.”
Paz, amor y decrecimiento.