Imagen de archivo de la asociación Cieza + Vida
Estimada Maria José :
Ante el artículo “Pretensiones ilegítimas” que, para estrenarse como columnista en un periódico digital local, ha escrito usted sobre la petición de que la bandera Provida luzca en el balcón del Ayuntamiento, como representante oficial de uno de los grupos firmantes de la misma, la Asociación Cieza + Vida, no puedo dejar de sentirme interpelada, a pesar de que no nos menciona expresamente como colectivo.
En su artículo hace afirmaciones que, desde mi punto de vista, son un tanto gratuitas y basadas en lo que creo debe ser su opinión personal sobre el asunto que trata, muy digna de ser expresada, como lo es la de cualquier otra persona, pero que no debe tomarse como algo indiscutible. Casi ninguna opinión lo es, y en este tema concreto hay tantos matices, que hablar “ex-cátedra” me parece poco adecuado.
Lo apropiado sería tener un debate sereno sobre la defensa de la vida que hacemos los Provida en general y desde Cieza + Vida en particular y evitar lanzar públicamente acusaciones y presuponer intenciones abyectas, que no creo que estén realmente fundamentadas, si no es en prejuicios, algo trasnochados, según mi modesto criterio.
Pero como ese debate, aunque estoy a su disposición para ello, probablemente no se produzca porque quizás no interesa escuchar nuestros argumentos, voy a puntualizar alguna de las ideas que usted desgrana, aunque intentaré evitar ser categórica, para no caer en su mismo error.
En primer lugar mi convicción Provida está basada, precisamente, en el convencimiento de que la vida comienza en la concepción. Lo dice la ciencia, no la fe. Fe es creer sin ver, pero yo he “visto “ ( la tecnología actual es maravillosa) el desarrollo, paso a paso, desde esa primera célula hasta el momento del nacimiento y a mí no me cabe ninguna duda de que es un ser humano en desarrollo. A lo mejor usted no ha tenido oportunidad de ver las imágenes a las que me refiero pero, como yo las tengo, las pongo a su disposición.
En segundo lugar, a mí personalmente no me preocupa en absoluto el control sexual de las personas, ni de los animales, porque no tengo ningún interés, ni político, ni religioso, ni económico, en controlar a nadie, ni en dominar a nadie. Nunca he tenido “poder” ni quiero tenerlo. Las parejas pueden tener los hijos que crean conveniente y cuando lo crean conveniente, o no tener ninguno, pero entiendo que hoy en día, cuando hay tantas maneras de hacer un “autocontrol” de la natalidad para evitar embarazos inesperados, (que no dudo pueden plantear problemas o dificultades para llevarlos a término) utilizar el aborto para es fin, no me parece la mejor solución.
El aborto no debe ser, a mi juicio, un método “anticonceptivo”. Como dice el refrán, “mejor prevenir que curar”, porque en este caso, no es curar sino “eliminar” una vida humana, que es lo más opuesto a curar que se puede hacer. Claro que, es bien cierto que, yo estoy segura de que es una vida humana lo que se acaba en un aborto, sea provocado o espontáneo, aunque en este último caso se deba a un accidente o fallo natural inevitable del que a nadie se puede culpar.
El concepto de ser humano “completo” no lo he acabado de entender. A mi me faltan varias muelas. ¿Estoy incompleta? Mi vecino está en silla de ruedas porque hace tiempo que le cortaron las piernas ¿Está incompleto?. Tengo un compañero, que hasta fue alcalde de su pueblo, al que le faltan dedos en una mano. ¿Está incompleto? No sé, me ha planteado serias dudas con su afirmación. Si algún día se le concede a alguien el derecho a decidir que todos los “incompletos” podamos ser condenados a muerte, nuestra población va a quedar bastante reducida. Claro que así los que queden tocarán a más y vivirán mejor. ¡Qué chachi! Ojalá sea usted una de las “completas” afortunadas.
No quiero entrar en los comentarios de tipo religioso que ha vertido en su artículo porque no soy tan experta como usted, pero como ve, aún sin ellos, nuestra bandera no es una sin razón, tenemos muchas razones para pedir que se coloque en un sitio público. Tampoco es un sin derecho. En todo caso sería un choque de derechos entre un ser humano todavía no nacido (más vulnerable aún que unos padres con hijos que sacar adelante) y el derecho de un ser humano ya nacido, que tiene la posibilidad de evitar una muerte innecesaria.
Es posible que yo esté equivocada, pero tiendo a inclinarme más por los que me parecen más débiles. Será un defecto mío, aunque supongo que todos, incluida usted Maria José, tenemos alguno y estamos en nuestro derecho de tenerlo. ¿O no?
Fulgencia Carrillo