Bartolomé Ruiz Marín, industrial del esparto e iniciador del cambio productivo en Cieza

La historia de un emprendedor ciezano

Pascual Santos López

Gracias a sus hijos, Isidoro y Josefa Ruiz Gabaldón, sabemos que Bartolomé Ruiz Marín nació en El Solvente (Ojós), el 10 de julio de 1912, ya que su padre se encontraba trabajando como peón en la fábrica de la luz que había comenzado su construcción precisamente en ese año. Sus padres fueron Isidoro Ruiz Pérez, de ‘los Pérez de la Posada’, y Josefa Marín Vázquez; y sus hermanas, Josefa y Ana Ruiz Marín; todos naturales de Cieza.

La familia vivía en la Cuesta Cosme, donde no se paraba de hacer lía de esparto para poder subsistir, como en muchas casas de Cieza. Al cabeza de familia, Isidoro Ruiz, le apodaban ‘el Torero’, porque de joven llegó a torear. Trabajaba a jornal, pero decidió emigrar a Francia cuando ya tenía dos hijos: Josefa y Bartolomé.

En Marsella hizo dinero enterrando cadáveres, debido a la gran mortandad ocasionada por la Primera Guerra Mundial, y cuando volvió a España, en el año 1921, pudo comprar el molino y la ‘Finca de las Ramblas’ a la familia Tafalla. También trabajó como corredor de fincas y regentó el molino, que le requisaron en tiempos de la República.

En la escasez de la posguerra se utilizaba el sistema de la maquila, donde el molinero se quedaba con parte del grano por la molienda. Por entonces, Melchor Aracid era el molinero y Francisco Piñera, conocido como ‘Paco gusano’, conseguía el grano, pues iba con su carro pidiendo a los labradores cereales para moler.

En 1946, Isidoro Ruiz traspasó el molino a su hija Ana y a su marido Juan Semitiel Aroca. Y el Ventorrillo de las Ramblas, construido por él, fue cedido a su hija Josefa y a su esposo, José Herrera Moreno, quienes lo compraron junto con parte de la finca.

Bartolomé Ruiz Marín (1912-1973)

Bartolomé no pudo tener estudios, pero era un joven avispado y emprendedor que comenzó como marchante de ganados a los 10 o 12 años. Comerciaba mucho con Moratalla y ayudaba a su padre en la compraventa, con el vino que traían de Jumilla para venderlo a las tabernas de Cieza.

En la década de los 30, Isidoro Ruiz era considerado hombre de derechas: por ser propietario, aunque no militaba en ningún partido. Poseía tierras y un molino y acabó preso en la cárcel de Cieza, tras una redada en el café-bar El Gato Negro. Por extensión, su hijo Bartolomé también era considerado hombre de derechas a pesar de no tener filiación política. Cuando le tocó servir en el ejército republicano tuvo problemas y pasó por 17 tribunales hasta acabar en la cárcel de Alicante, en una celda contigua con la de José Antonio Primo de Rivera.

Bartolomé había oído que no iría al frente si estaba casado y decidió casarse con su novia, Josefa Gabaldón Herrero, el primer día del golpe de estado, el 17 de julio de 1936, en la cárcel. Al acabar la guerra se casaron por la iglesia el 3 de abril de 1939. Su primer hijo, Isidoro, nació en 1940. Después vendrían otros dos: José y Josefa.

El comandante del ejército republicano, Pedro Villalba, natural de Cieza, abogó por él, lo sacó de la cárcel y lo convirtió en su asistente mientras terminaba el servicio militar.

Industrial del esparto

Al acabar la guerra la autarquía franquista favoreció la fibra nacional y el esparto era una industria en alza. Bartolomé compró una fábrica de esparto en Cieza con un socio que puso dinero y al poco tiempo pudo devolverle el dinero y quedarse él solo con la fábrica.

Al comandante lo expulsaron del Ejército y quedó sin medio de vida y con familia, por lo que Bartolomé le dio trabajo como encargado general de la empresa. La fábrica estaba situada en el camino de Abarán y tenía diez pares de mazos de picar esparto y dos ruedas de hilar.

En 1951 Bartolomé también cotizaba en Cieza como corredor de productos de la tierra que trabajaba en las mismas instalaciones: coloreaba naranjas y manufacturaba almendra que exportaba a través de empresarios de Alicante. De hecho, en nuestro archivo conservamos una carta de Bartolomé Ruiz Marín, fechada el 23 de mayo de 1951, donde el empresario contesta al industrial de Novelda, Gonzalo Maestre, que no podía servirle en ese momento almendra en pepita.

Para el esparto Bartolomé formó un grupo industrial con empresarios de Hellín y producían y comercializaban todo tipo de manufacturas.

En 1945 Bartolomé Ruiz solicitaba una marca en la Oficina Española de Patentes y Marcas para distinguir sus hilados y trenzados de esparto. Se trataba de una R mayúscula y debajo la leyenda “Marca de la Casa”. Marca que le fue concedida el 10 de diciembre de ese mismo año y que ponía en el membrete de sus cartas y facturas.

La fábrica de hielo

En 1945 montó también una fábrica de hielo y polos en la calle Santa Ana de Cieza. Un matrimonio vendía los polos por las calles del pueblo con un carrito de helados, lo que seguro haría las delicias del público infantil.

En enero de 1953, Bartolomé solicitaba a Industria de Murcia la ampliación de la fábrica y su traslado al Molino de las Ramblas. La producción pasaba de 105.840 kilogramos de hielo a 794.640 kilogramos anuales. El capital invertido fue de 100.000 pesetas.

La fábrica repartía barras de hielo con un furgón por las calles del pueblo y también a los bares para enfriar los serpentines de cerveza. Cuando era un niño, me acuerdo que me gustaba salir a la calle a comprar media barra de hielo para enfriar la nevera de casa, pues entonces no teníamos frigorífico. El repartidor cortaba la barra de hielo con una gran sierra sobre tela de sacos de arpillera y yo la llevaba a casa en una palangana. Esta fábrica dejó de funcionar en los años 80 del siglo XX.

Cieza, ciudad industrial

La política autárquica de la dictadura convirtió a Cieza en el pueblo más representativo de todos los que trabajaban el esparto. La propaganda de la dictadura se dejaba sentir en las noticias sobre Cieza, sobre todo en sus fiestas más esperadas: Semana Santa y Feria. Así lo expresaba el redactor de Línea en la Feria de 1946: “Cieza vive hoy un ambiente de trabajo continuo. No hay problema de paro y todos los trabajadores viven, dentro de las circunstancias mundiales, sin los agobios de otros tiempos, ya que en sus importantes y numerosas industrias encuentran los medios para vivir dignamente”. Precisamente, en esa misma página se anunciaban muchos industriales, entre ellos Bartolomé Ruiz.

La sociedad ciezana vibraba con sus fiestas y, además de las procesiones, le gustaba ir al teatro, el cine y, por supuesto, a los toros. Bartolomé Ruiz compartía la afición de su padre. Fue empresario de toros y ayudó a varios toreros, así lo expresaba una noticia de la Feria de 1953:

El sábado, gran novillada en la Feria de Cieza

Actuarán Cáscales, Chicuelo II y Juanito Tendero

Por fin se va a celebrar en Cieza la tradicional novillada de la feria de San Bartolomé. Después de muchas dificultades y vacilaciones ha surgido un valiente empresario local, don Bartolomé Ruiz, quien en cuatro días ha organizado una gran novillada que contribuirá a dar realce y animación a la feria, a cuyo fin cuenta con la ayuda de las autoridades locales y las simpatías de todo el vecindario”.

Asimismo, fue un hombre religioso y devoto del Santo Cristo del Consuelo y presidente de la Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo durante varios años. También fue socio fundador de la revista cultural de Hellín, titulada Macanaz, junto a otros industriales hellineros.

A mediados de la década los 50, la crisis del esparto produjo la ruina de muchos industriales, entre ellos, Bartolomé Ruiz, quien tuvo que vender su fábrica a otro empresario ciezano del esparto, por 600.000 pesetas, para poder pagar los finiquitos de sus empleados, porque los tenía dados de alta en la Seguridad Social.

Iniciador del cambio productivo en Cieza

Gran amigo de los hermanos Bernal de El Palmar, quienes eran dueños de la Finca Ascoy y los seis pozos del acuífero Ascoy-Sopalmo. Bartolomé se convirtió en su agente para vender las fincas y acciones de riego. Era también presidente de la Junta de Regantes de la Acequia del Horno.

El tema del riego y ser el principal agente inmobiliario de NEASA, la empresa administradora de los pozos de Ascoy fue lo que salvó a Bartolomé. Se comenzaron a realizar minitrasvases, como el de los “fabulosos pozos de Doña Asunción, ubicados en el paraje El Ringondango” de Cieza, que permitirían transformar en regadío más de veinte mil tahúllas de secano.

Toda esta labor afianzó la producción de frutales y exportación en la Vega Alta del Segura. Se ampliaron zonas de regadío en todo el término municipal de Cieza y pueblos como Calasparra y Jumilla, llegando incluso a realizar otro minitrasvase a Fortuna, desde el acuífero Ascoy-Sopalmo, siendo su principal artífice Bartolomé Ruiz.

En diciembre de 1973 llegaría a Fortuna el agua del minitrasvase. En junio de ese año, NEASA estaba realizando la primera fase de las obras y se le había solicitado el estudio de la segunda. La primera fase constaba de una tubería de 70 centímetros de diámetro y 32 kilómetros de longitud, desde Sopalmo en Jumilla hasta el Cortao de las Peñas en Fortuna. Se impulsarían 350 litros por segundo, que supondrían la transformación de 1.500 tahúllas de secano en regadío. En la segunda fase se preveían “otros 350 litros por segundo, a fin de que la transformación agrícola de la comarca tuviera carácter social y llegara a los productores más modestos”.

Iniciativas para la industria espartera

Pero no pensemos que los industriales ciezanos del esparto no lucharon para que pudiera perdurar su industria. Prueba de ello son las 95 patentes, relacionadas con el esparto, registradas en Cieza. Desde la primera máquina de majar del ingeniero Bernardo H. Brunton, en 1909, a un procedimiento para blanquear esparto del industrial José Gómez Velasco en 1973. Ningún proceso de transformación quedó sin estudiar, incluso el de más difícil mecanización, el arranque, con cinco patentes registradas por máquinas de arrancar esparto a finales de la década de los 70, cuando el sector estaba padeciendo la crisis definitiva.

Aunque una de las iniciativas más importantes, inédita hasta el momento, podría haber cambiado el curso de la historia: la aplicación química de las materias pépticas del esparto. Bartolomé Ruiz y su hijo Isidoro, ingeniero industrial, sabían la importancia de esas materias químicas que se podían extraer del esparto, como la cera carnauba, entre otras, y sus aplicaciones en la industria cosmética, Galvanostegia y Galvanoplastia. Teniendo como desecho la celulosa del esparto, una vez extraídas esas materias químicas. Celulosa pura, altamente aprovechable por la industria papelera.

Pero claro, eran necesarias altas inversiones en maquinaria e instalaciones industriales. Isidoro Ruiz, con el beneplácito y la ayuda de la Universidad de Murcia, de gran tradición en la industria química, y profesores que le apoyaron, consiguieron presentar al Gobierno en Madrid el proyecto de una industria química de transformación del esparto que quizás hubiera permitido que floreciera esa nueva industria en Cieza. Aunque no obtuvieron la ayuda solicitada.

A pesar de estas iniciativas y luchas por la industria espartera, el cambio productivo en Cieza se produjo gracias a hombres como Bartolomé Ruiz, y en la actualidad su riqueza proviene, sobre todo, de la agricultura.

Finalmente, el empresario ciezano falleció el 20 de junio de 1973 a los 60 años de edad. Sus relaciones y su amistad con importantes industriales le facilitaron la coyuntura de poder contribuir al cambio productivo de la ciudad de Cieza y su riqueza frutícola. La mañana que murió, en su lecho de muerte, le dijo a su hijo Isidoro que le hubiera gustado escribir el libro de su vida. Espero que con el presente trabajo hayamos podido contribuir a realizar en parte ese deseo.

Si algún lector quiere saber más sobre la figura de este industrial ciezano, puede leer el artículo que Manuela Caballero, y yo mismo, presentamos en el ‘III Congreso de Ojós y el Valle de Ricote. Tradición e Historia en el Mediterráneo’, que se celebró en Ojós el 19 de octubre pasado y que está disponible en Internet y lleva por título: Bartolomé Ruiz Marín. De la industria del esparto en Cieza a la modernización de los regadíos murcianos 1940-1973.