Una historia interminable
En enero terminé una novela, ‘Maryam de Siyâsa’ y en febrero me fui a Palestina. Cuando volví me confinaron. Fernando Fernández Villa, de Alfaqueque Ediciones, mi amigo editor había programado que viera la luz el Día del Libro. Había ilusión y ganas, pero al Covid-19 no debió parecerle bien esta idea y truncó la publicación. Ahora, virus mediante, habrá que esperar a septiembre. Ambientada en la Siyâsa del siglo XIII, entre los años de mayor esplendor de la medina andalusí y su abandono en 1266, la novela cuenta la historia de una mujer valiente y arrojada cuya vida se ve fuertemente condicionada por los acontecimientos históricos que tienen lugar en ese convulso periodo. La creía terminada, pero el aplazamiento me hizo volver sobre ella. He añadido, quitado, pulido, enmendado. No sé si para bien o para mal. Lo que sí sé es que llevaba mucha razón quien definió la escritura de una novela como una historia interminable.
Una orientación
En sus ratos libres, Casado ha roto el confinamiento y se ha ido de gira propagandística a lugares tan dispares como hoteles o granjas de ovejas donde ha soltado mítines contra el gobierno. Proclamas encendidas de ida, pero sin vuelta, porque sobran los dedos de media mano para contar las veces que, durante los últimos trágicos sucesos, el líder de la derecha se ha sometido a una rueda de prensa abierta. ¡Quién sabe si para evitar deslices como los de Trump! Eso sí, ahí está su equipo de prensa para enviar después a los medios sus peroratas prefabricadas. ¿Cómo habría gestionado el PP la pandemia? Nunca lo sabremos. Bueno sí, recordando cómo afrontó el caso Prestige, el 11M, el Yak 42 o sin ir más lejos el “show” impúdico e irresponsable del cierre de IFEMA de hace unos días, podemos darnos una idea. Solo con eso, ya tenemos, como decimos por aquí, una orientación.
Otro contrato social
«Refundar el capitalismo» para “humanizarlo” fue la consigna de una cierta derecha bienhechora para paliar las brutales consecuencias económicas que la estafa financiera de 2008 tuvo para las clases trabajadoras. El fiasco no ha podido ser mayor. Si algo está poniendo de manifiesto esta crisis sanitaria es que la globalización neoliberal surgida de esa crisis no es más que una interdependencia sin solidaridad. Un modelo económico injusto, obsoleto, peligroso y en el fondo hasta absurdo, en palabras del sociólogo Edgar Morin. El pasado primero de mayo, aunque fuera virtual, fue un buen momento para recordarlo. Para recordar que quizá haya que ir pensando en un nuevo modelo, en otro contrato social donde las personas sean lo primero. Al fin y al cabo, ese ha sido el leitmotiv de todos los primeros de mayo. Que los derechos y el bienestar de la mayoría prevalezcan sobre los intereses económicos de unos pocos.
Fernando Simón
Algún día, cuando el tiempo tamice ciertos odios exacerbados; cuando los datos dejen de ser armas arrojadizas para convertirse en cifras terribles pero contextualizadas; cuando se conozcan mejor las armas secretas de este virus devastador que se empoza en nuestros pulmones y podamos combatirlo mejor con fármacos, con vacunas, con gestos cotidianos; cuando esta ponzoña deje de abrir zanjas oscuras en nuestras ciudades; cuando deje de ser un heraldo negro que nos manda la muerte; cuando conozcamos mejor nuestro desconocimiento, nuestros errores, nuestras debilidades; cuando el dolor ya sólo sea una “resaca de todo lo sufrido”, como diría Vallejo, entonces quizá vendrá el tiempo de reconocer bravuras hoy ultrajadas, competencias hoy rebajadas, esfuerzos hoy ninguneados. No sé por qué me viene así de pronto a la mente el nombre de Fernando Simón.