De Berlín a Abarán
Viernes 29 de noviembre
La entrega del ‘IV Premio Floridablanca’ se llevó a cabo en el Teatro Cervantes de Abarán. Fue un acto emotivo, entrañable, diseñado al detalle por la Fundación Los Álamos del Valle de Ricote. La laureada, María José Montiel, mezzosoprano de renombre internacional y origen abaranero, deslumbró.
De oratoria casi tan perfecta como su canto, fue un placer oírla hablar. Casi tanto como oírla después cantar. Guarda, nos dijo, un amor incondicional por estas tierras murcianas que siempre estarán asociadas a su infancia, cuando venía desde Madrid a visitar a familiares y pasar aquí muchas de sus vacaciones.
La trayectoria artística de la Montiel en el mundo de la ópera y la zarzuela es extraordinaria. Los premios internaciones recibidos y los teatros recorridos por el mundo entero -desde la Scala de Milán al Carnegie Hall de Nueva York, pasando por la Ópera de París-innumerables. Eso no le impidió, sin embargo, volver a maravillarse cuando al acudir el lunes 18 de noviembre por la tarde a recoger el premio se reencontró con un atardecer otoñal murciano que la encandiló. Perfiles de sierras azules recortadas por la luz del ocaso y una vega exuberante encajonada entre cerros áridos. Paisajes de contrastes que sorprenden tanto más cuando uno regresa de las brumas del norte.
Los pensadores de la Ilustración, incluyendo a José Moñigo y Redondo, sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. De Berlín, donde es catedrática de Canto en la Universität der Künste, vino expresamente la galardonada, viva imagen de “esos ideales y ese espíritu”, a recordárnoslo. También a resaltar el legado del diplomático y humanista José Luis Pardo, recientemente fallecido.
¡Larga vida a las Luces en estos tiempos inciertos!
Retrato churrigueresco
Lunes 2 de diciembre
Empezaré por decir que los retratos de Felipe VI y Letizia Ortiz encargados a la famosa fotógrafa Annie Leibovitz no me gustan. Es solo una opinión, nada más. Una opinión de ciudadano y de contribuyente, no de crítico de arte, desde luego, que no lo soy. Al fin y al cabo, de los 137.000 euros pagados por el Banco de España a la artista, si no fallan mis cálculos, yo he debido de contribuir como declarante fiscal con 0,0062 euros. No es mucho, es verdad, pero tampoco es que sea muy largo este artículo. Una cosa por la otra.
Me referiré solo a la imagen del monarca. Un uniforme a una cabeza pegado con fondo rococó, araña fantasmagórica y juego de espejos churriguerescos que multiplican, si cabe más, la “churrigueresquía” del salón empalagoso y claustrofóbico.
Vale… Ya sé que la artista ha optado por un retrato “clásico”. Y tan clásico. También sé que después de barajar varios espacios del Palacio Real, se decantó por el Salón de Gasparini, una de las salas más hermosas del Alcázar. Más hermosa, desde luego, pero como relicario. Acaso no son estampas de otro tiempo, de monarquías del Antiguo Régimen, esas “chinoiseries”, esas colgaduras bordadas en seda e hilos de oro y plata, esos muebles de maderas preciosas y bronce, ese reloj astronómico… Un espacio rimbombante sin lugar siquiera para un libro ni el más mínimo guiño cultural a los tiempos que vivimos.
En fin, una foto de otra época, de otra sensibilidad. De un manierismo estomagante para estos tiempos. Tal vez como la propia institución del Banco de España.
“Aguanta, Pedro”
Miércoles 4 de diciembre
Imaginemos por un momento que tuviéramos en España un sistema electoral similar al francés para elegir al presidente del Gobierno. O de la República, como prefieran. Un proceso electoral a dos vueltas. Supongamos, ya que estamos, que se hubiera celebrado ya la primera. Con el resultado más que probable de que los dos candidatos más votados fueran Sánchez y Feijóo, o a la inversa, también como prefieran. El próximo domingo tendríamos pues que ir a retratarnos en la segunda vuelta. Los electores del PSOE y del PP no tendrían que calentarse mucho la cabeza. Lo normal es que repitieran lo votado. En el resto del electorado, habría algo más de “remue-ménage” (perdón por el galicismo). Sánchez o Feijóo, he ahí la cuestión. El dilema hamletiano. También se podría optar por la abstención o el voto en blanco. Legítimo, pero eso sería cómo decirle a los demás, decidid vosotros que yo no quiero saber nada. ¿Se ha planteado el lector que no es sanchista ni feijooísta qué haría en ese caso? Claro que no tiene por qué hacerlo, al fin y al cabo se trata de una hipótesis hoy por hoy improbable. Aunque como juego político no estaría mal.
Volviendo a la realidad, Sánchez parece haber salido reforzado del congreso de su partido este fin de semana, dispuesto a seguir “dando la batalla” y a agotar la legislatura. Por su parte, un tanto simplonamente, Feijóo le espetó: “Aguanta, Pedro, no te mereces irte con honor, te vamos a echar los españoles libre y democráticamente”. ¿Acaso hay otra forma de echar a un presidente del Gobierno?
Bien mirado, no estaría mal esa segunda vuelta. ¿Qué creen que pasaría?