Antonio Balsalobre reflexiona sobre la situación bancaria de España

Los bancos no son los más pobres

No se le “ocurrió” otra cosa a Casado que proponer la eliminación del impuesto hipotecario cuando el gobierno decretó que, tras la polémica -o vergonzosa, según se mire- sentencia del Supremo, será la banca quien lo pague. No lo propuso antes, cuando gobernaba Rajoy o Aznar, sino ahora que gobierna Sánchez. Tampoco cuando eran los ciudadanos quienes lo pagaban sino ahora que lo tiene que sufragar la banca. Si le dan a elegir entre la una y los otros, ya vemos por quién se decanta el PP.

No somos ingenuos y sabemos que las entidades bancarias pueden tener, van a tener, de hecho, la tentación de repercutir ese nuevo gasto en sus clientes. Por lo que puede ocurrir que sigan siendo los mismos quienes terminen apoquinando. Quedaría en evidencia entonces lo que algunos vienen denunciando: que la tan cacareada libre competencia en el sector bancario no es más que un cuento chino con el que los defensores del ultraliberalismo nos embaucan y despluman.

De la sentencia, casi mejor no hablar ya a estas alturas. No porque se haya dicho ya todo, sino por el grado de indignación que todavía nos sigue produciendo sólo nombrarla. Por la cólera que despierta el comportamiento de un tribunal que el 18 de octubre decretaba, argumentándolo, que eran los bancos quienes tenían que afrontar esta carga, y dos semanas después, en un ejercicio de malabarismo judicial infumable, cediendo a las presiones del poder económico, decretaba lo contrario. De este fallo político-judicial-financiero, con el que se han lucido, y bien lucido, el Supremo y su presidente, se ha dicho de todo. Que es una aberración, una “pocavergüenza”, un “atentado a la separación de poderes”, a la “democracia”… Pero es posible que nos hayamos quedado cortos.

Menos mal que el gobierno ha estado al quite, porque el personal estaba soliviantado. Primero porque toca el bolsillo de millones de españoles, y luego porque a nadie le gusta sentirse ninguneado por el poder omnímodo de un sector que por la crisis y sus actos conocemos.

Quitar ese impuesto, como proponía con oportunismo el PP, en ningún modo podía ser la solución. A nadie le gusta pagar impuestos, pero si nos gusta a la mayoría tener una buena sanidad, una buena educación o una buena seguridad. Y de alguna manera habrá que sostener ese deseado estado de bienestar. Según una encuesta reciente del diario El País, una 61 % de españoles lo tienen claro. Son lo que creen que se debería asegurar menor desigualdad entre clases sociales, aunque para ello haya que pagar más impuestos. Eso sí, con una fiscalidad progresiva. Pagando más quien más tiene. Y los bancos no son, desde luego, los más pobres.

 

 

 

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