Abriendo puertas, cerrando prisiones, por María Bernal

Abriendo puertas, cerrando prisiones

Dos semanas han pasado desde que el tan codiciado y, a su vez, tan de moda transfuguismo se aferrara al poder, como muestra de la vileza que llevan por bandera muchos de los políticos de este país.

Pero a mí me duele mi tierra, y olvidándome por unos momentos del panorama nacional, me atormenta, como docente vocacional, ser espectadora del pasotismo del pueblo murciano al que estamos asistiendo: han vendido la mayor riqueza de una sociedad, nuestra educación pública, y no parece que una situación tan espinosa haya calado hondo, ya que cuando tendríamos que estar todos los días en la calle para defender la educación que nos pertenece, quedamos estáticos e indiferentes.

Y esto provoca hostigamiento en las personas que, día a día y manifestación tras manifestación, se sacrifican para que no se hunda lo que muchos de nuestros dirigentes sí quieren ahogar en el mar de la ignorancia. De hecho, no han reparado en la toma de decisiones erróneas y perjudiciales para la libertad de enseñanza en el aula, a sabiendas de que la comunidad educativa se opone rotundamente.

En la última manifestación en contra de la venta de la educación pública, la hermana de un compañero que no es docente, pero acudió para apoyarnos, me decía: “Jamás pensé que la ultraderecha llegara a dominar la educación, después de cuarenta y seis años de democracia”.  Pero irremediablemente, y a pesar de las protestas en la puerta de San Esteban, así ha sido.

El sábado 3 de abril tomaba posesión del cargo la nueva consejera de Educación, la expulsada de Vox, en detrimento de la persona de la antigua consejera, Esperanza Moreno, a la que se han cargado con un jaque mate inminente tras una jugada sucia por parte de sus compañeros que han provocado que desde este momento y con el transcurrir de los años políticos, esta mujer sea recordada como “la derrocada por la ultraderecha” a pesar del trabajo que para bien haya realizado para la educación murciana.

Asistimos a un escenario preocupante. Una consejera de Educación que no ha sido elegida por los murcianos, al igual que tampoco lo fueron los que a dedo le han asignado el cargo por querer seguir aprisionados en San Esteban. Una consejera que no tiene ni la más remota idea de docencia, porque según su currículum nunca ha ejercido, sin tener en cuenta las disparatadas faltas de puntuación y expresión que tiene que mejorar; una consejera que renuncia a vacunarse porque desconfía de la ciencia; una consejera pro escuela concertada-privada ( y al cheque escolar me remito); una consejera que va a luchar por implantar el pin parental, ¿con qué finalidad? Está claro, con el fin perturbador de adoctrinar y controlar todo lo que se haga en las aulas, vetando a los docentes que se dejan la piel día tras día para conseguir una enseñanza pública de calidad, la que al parecer a ellos no les interesa. “Demasiada cara sale una plaza en lo público “, declaraba la nueva consejera que, quedándose más ancha que pancha, ya auguraba que no iba a reforzar al profesorado de la escuela pública que tanta ayuda necesita.

Pero a mí no me sorprende esta actitud. En definitiva, tenemos lo que consentimos. A mí me abruma que muchas personas se indignaron, por ejemplo, con la aprobación de la Lomloe (sin tener la más remota idea del contenido), y sin embargo, no se hayan pronunciado ante esta evidente situación de inestabilidad educativa.

Estamos asistiendo al mayor insulto a la comunidad educativa, vamos camino a la opresión que tanto nos ha costado erradicar, porque en pleno siglo XXI queremos enseñar sin poner por delante ningún pero; sin ponerle una venda en los ojos a nuestros alumnos que tienen que aprender a ser libres y autosuficientes, que tienen que desarrollar una personalidad que les permita saber elegir y actuar, en consecuencia , desde el respeto y el sentido común; queremos enseñar los contenidos curriculares  que forman a alumnos competentes y no los que ellos nos quieren imponer.

En resumidas cuentas, queremos que nuestra educación pública sea de pedigrí, porque para ello cuenta con magníficos profesionales, a base de una metodología que invite al alumno a pensar y a reflexionar por conciencia propia y no por un imperativo legal que se quieren sacar de la manga para que de esta manera retrocedamos y no progresemos.

Queremos que la comunidad educativa sea escuchada y no ignorada, queremos inversión en la escuela pública si van a seguir los conciertos, queremos que no se juegue ni con el futuro de los docentes, ni con el de sus alumnos; pero ante todo y parafraseando a Víctor Hugo, queremos  seguir abriendo puertas en las escuelas para seguir cerrando prisiones.

 

 

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