ENTREVISTA
De la mano del historiador e investigador ciezano Francisco Javier Salmerón Giménez recorremos los primeros años del siglo XIX siguiéndole la pista a una obra del genio aragonés
Miriam Salinas Guirao
La España del siglo XIX, intranquila y vibrante, observó el nacimiento y el ocaso de personajes que han tejido la historia del país. Alumbrados con vítores y proclamas, en el origen de su fama, y aireados con burlas y ‘mueras’, en sus caídas en sociedad.
Uno de aquellos fue Manuel Godoy, natural de Badajoz y militar de carrera, figura clave en el reinado de Carlos IV. Entró en contacto con el monarca siendo muy joven, como guardia de corps. A los veinticinco años ocupó la Secretaría de Estado. Godoy entró en guerra contra la Convención Francesa, difiriendo del conde de Aranda, anterior ministro. Justamente la Paz de Basilea (1795) con Francia le valió el título de Príncipe de la Paz.
El Tratado de San Ildefonso, firmado en 1796, condicionó la política exterior española: como aliada de Francia entró en conflicto con Gran Bretaña en 1797 y con Portugal (Guerra de las Naranjas) en 1801. Tras la Paz de Amiens, calmando los ánimos con Gran Bretaña, en septiembre de 1802, Godoy ordenó la preparación de una escuadra de fragatas para recoger, en misión de Estado, los caudales acumulados en el Virreinato del Perú.
Los británicos atacaron en octubre de 1804 la fragata española, y recomenzaron las hostilidades. También se reinició la inestabilidad con Francia lo que llevó a la triste batalla de Trafalgar (1805). La inestabilidad política y financiera del país, declarado en bancarrota desde el reinado de Felipe II, desgastó a Godoy, aumentando su impopularidad. El final del que fuera Príncipe de la Paz terminó de fraguarse en el Motín de Aranjuez (marzo de 1808). Pero antes, cuando todavía era aclamado en España, Murcia quiso brindarle honores a Godoy, y gracias a Francisco Javier Salmerón Giménez, historiador e investigador ciezano, podemos conocer un pedacito de historia a través de un cuadro que Goya pintó para Murcia. ‘La desaparición en la ciudad de Murcia de un retrato de Godoy realizado por Goya’ reúne, con pinceladas certeras, la imagen de una ciudad, y de una región, nerviosa, activa y condicionada por las cuitas nacionales.
Pregunta: Las guerras decimonónicas encumbraron héroes. El retratado para Murcia salió airoso de la Paz con Portugal, con esa estela, a petición de López Mesas y de la corporación en su conjunto, se le otorgó el nombramiento de regidor perpetuo. Para la empresa, la ciudad destinó miles de reales de vellón. ¿Qué suponía encumbrar a figuras de renombre nacional en las provincias?
Respuesta: Debemos entender que una Monarquía Absoluta regía los destinos del país en aquel momento, por lo que la ley solo era la voluntad de los gobernantes, en algunos casos sus caprichos. La única posibilidad que tenía Murcia, o cualquier otra ciudad española, era conseguir el favor de estos, por lo que las distinciones a Godoy, y antes a Floridablanca, tenían un sentido utilitario: ser favorecidas por el poder. En el caso de Murcia, solía traducirse en apoyo financiero para prevenir o reparar inundaciones.
P: Narra, coincidiendo con el dispendio para honrar a Godoy, un desastre: la rotura del pantano de Puentes de Lorca. La catástrofe se llevó más de 600 personas. ¿Cómo convivía un pueblo castigado -por los designios naturales y establecidos- con una elite que exigía su esfuerzo constante?
R: El pueblo llano lo vivía en general con resignación. Para ellos una catástrofe natural era similar, por lo inevitable, con su posición en una sociedad divida en grupos sociales estancos y en la que la Nobleza ocupaba una posición de privilegio, no teniendo que pagar impuestos, teniendo que obedecer unas leyes propias y diferentes del resto…
P: Tras los requerimientos y peticiones, la comitiva real, incluyendo a Godoy, alcanzó Murcia, tras “37 años” sin pisarla. ¿Fue el sucesor al trono de Carlos IV, Fernando VII, más ‘amable’ con la ciudad? ¿Y con Cieza?
R: Curiosamente, ambos favorecieron a Cieza con la aprobación en la Gaceta de Madrid, publicación similar a nuestro BOE actual, de un proyecto de construcción conocido como Canal de Cieza o Canal de Rotas que tuvo siempre la oposición de los regantes de Murcia y de Orihuela y cuyo comienzo coincidió precisamente con la visita real que narro en el libro. Carlos IV paró en Cieza en su vuelta hacia Aranjuez y un fraile del Convento de San Francisco, Antonio Gómez, le comentó a uno de sus ministros, Caballero, la utilidad de realizar un canal que recogiera las aguas de tormenta para que beneficiasen de ellas las siete villas comprendidas entre Cieza y Molina. Para sorpresa de todos, el proyecto fue aprobado por el Gobierno de Carlos IV y, cuando parecía olvidado, retomado tras la vuelta de Fernando VII desde su retiro de Valençay.
Acabo de realizar una investigación sobre el proyecto, que se mantuvo vivo durante setenta años, y que se publicará en la revista Andelma de este año 2021.
P: Pregunta: El retrato de Godoy pintado por Goya, ¿ha sido la única obra del artista destinada a la región? ¿Pudo el autor pisar la región?
R: La única obra de Goya destinada a una institución o a una familia en Murcia fue el retrato de Manuel Godoy sobre el que el libro se centra. Existe un retrato que Francisco de Goya realizó al pintor actor cartagenero Isidoro Máiquez, pero lo realizó en su estudio de Madrid, donde los potenciales clientes hacían cola para poder conseguir una obra del genio aragonés. No existe constancia de que visitara Murcia, aunque uno de sus grandes amigos, el comerciante y coleccionista de arte Salvador Martínez, tenía una estrecha relación con Murcia.
P: “Hacia marzo de 1807, Fernando salió de la inactividad suscitada por la muerte de María Antonia y contactó en secreto con Juan Escoiquiz, confinado en Toledo, urdiendo entre ambos un plan para acabar con Manuel Godoy”, expone en su investigación. ¿Cómo se desarrolló el desenlace del Príncipe de la Paz? ¿Está ligada la caída de la figura con la desaparición de la obra?
R: Sí. Quien sería después Fernando VII urdió un golpe de estado para derrocar a su padre, Carlos IV, mediante un plan que incluía la muerte de Godoy, a quien el todavía príncipe aborrecía por sentirse relegado por este. Godoy salvó la vida porque Carlos IV, ya derrocado, y su esposa, solicitaron su perdón a Napoleón, quien comenzó a ser el árbitro de las intrigas palaciegas.
Su caída en desgracia cambió el orden de las cosas. Mantener el retrato del Príncipe de la Paz, título que hacía sentirse humillado a Fernando VII, sólo podía traer complicaciones políticas al Ayuntamiento de Murcia, por lo que este, propietario de la obra, acordó su retirada y su ocultación.
P: Relata algunos de los episodios vividos en la región al paso de las tropas francesas durante la Guerra de Independencia. ¿Qué ocurrió en Cieza?
R: Desde hace tiempo he investigado sobre Cieza en el período de la guerra de la Independencia. En la Historia de Cieza publiqué un apartado con las vicisitudes que tuvieron lugar en nuestra población bajo el título de Guerra y desolación. Entonces encontré que el episodio más grave para nuestros antepasados ocurrió en septiembre de 1812 cuando el ejército francés de Andalucía realizó una retirada táctica en el transcurso de la cual fue desolando las poblaciones que encontraba a su paso, entre ellas Cieza, que quedó destruida y sus campos arruinados. El resultado de la investigación que realicé después para conocer lo ocurrido fue publicado en un libro publicado por la Universidad de Murcia y el centro de Estudios de Estudios Históricos Fray Pasqual Salmerón con el título de La retirada francesa de Andalucía. Violencia, expolio y robo de l’Armée du Midi en Espagne por los caminos de Andalucía y Murcia en 1812.
Como podéis ver, lo acontecido en esa época en Cieza nos es bien conocido y remito a su lectura. Añadiré, sin embargo, que a la devastación y al saqueo de los franceses se unió una epidemia de la que murieron mil doscientas personas y varias riadas del Segura que inutilizaron los molinos. La destrucción francesa, las epidemias y las riadas marcarían durante años la vida de la comunidad tras el retroceso de su base agraria lo que redujo su población a casi su mitad. Cieza no lograría sobreponerse a este tremendo desastre hasta finales de la década de 1820.